L D (Europa Press) Según informó este jueves la Jefatura Superior de Policía de Madrid, la investigación se inició hace cuatro años cuando los efectivos del Grupo III del Servicio de Atención a la Mujer (SAM) del Cuerpo Nacional de Policía detectaron la actuación de un violador en serie, por lo que establecieron dispositivos de control y vigilancia en zonas escolares y de recreo infantil.
Sin embargo, su amplio radio de actuación (Ciudad Lineal, Chamartín, Chamberí, Retiro, Moratalaz, San Blas, Móstoles, etc.), junto a las tempranas edades de las víctimas y la ausencia de huellas y ADN no facilitaron la labor de los agentes.
En las primeras declaraciones, los menores describieron a su agresor como un hombre delgado, de pelo corto, con una mancha debajo de un ojo, gafas de sol y vestido con mono azul de trabajo. Abordaba a sus víctimas a la salida del colegio, las seguía hasta casa y las asaltaba en el portal o el ascensor. Trataba de ganar su confianza ofreciéndoles un juego a cambio de contestar unas preguntas o hacer un dibujo.
Al ser niños de corta edad, éstos accedían, en algunos casos, a alejarse junto al hombre y, en otros, que no pudieran impedirle la entrada en la vivienda. En los casos en que los menores gritaban o trataban de escapar, les decía que "lo haría por las buenas o por las malas" y los amenazaba con "rajarles". Excepto en un caso, el agresor utilizó siempre un sistema para evitar dejar restos biológicos.
A pesar de ello, no todos los delitos sexuales que se le imputan han sido consumados, ya que la oportuna llegada de alguien al descansillo o los gritos de los pequeños consiguieron ahuyentarle. Después de casi 4 años de investigaciones, los agentes centraron sus sospechas en un individuo, con dos antecedentes y características físicas similares a las del descrito por las víctimas.