L D (EFE) Antonio María Javierre Ortas nació en Siétamo (Huesca), el 21 de febrero de 1921. Con 19 años ingresó en la Congregación Salesiana y fue ordenado sacerdote el 24 de abril de 1949, nueve años después.
Estudió Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca y prosiguió sus estudios en Roma y Lovaina. Doctor en Teología, impartió conocimientos en el Pontificio Ateneo Salesiano de Turín y, como experto en asuntos educativos y en ecumenismo, fue designado por el Episcopado español para participar en el Concilio Vaticano II.
En 1977 Pablo VI le nombró secretario de la congregación para la Educación Católica y arzobispo y Juan Pablo II, en el consistorio del 28 de junio de 1988, le hizo cardenal.
Cardenal de la Curia, en enero de 1992 sustituyó al purpurado español Eduardo Martínez Somalo al frente de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, puesto en el que permaneció hasta que por razones de edad lo abandonó en 1996.
También fue Bibliotecario y Archivero de la Santa Romana Iglesia y formó parte, por designación de Juan Pablo II, del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica.
Fue miembro consultor de las congregaciones de la Doctrina de la Fe, de los Obispos, del Clero y de la Educación Católica, así como de los Consejos para los Laicos, la Promoción de la Unidad de los Cristianos y de la Interpretación de los Textos Legislativos.
Autor de veinte libros y más de un centenar de artículos, su atención investigadora se centró principalmente en tres materias: el milagro como signo de la revelación divina, la sucesión apostólica y el diálogo ecuménico. Participó en numerosos congresos internacionales de teología.
Estaba en posesión de la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, que le fue concedida en 1989 por el Gobierno español.
Como representante papal asistió en Úbeda (Jaén) a la clausura de las celebraciones por el IV centenario de la muerte de San Juan de la Cruz en 1991; en la Ciudad del Vaticano a la Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, 1994; y en Cochabamba (Bolivia) al VI Congreso Eucarístico Mariano Bolivariano, de 1997.
Con su muerte, los cardenales españoles pasan a ser siete, de ellos cinco electores de Papas al ser menores de 80 años, como establece la normativa vaticana.
Los electores son Eduardo Martínez Somalo, Julián Herranz Casado; el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela; el de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, y Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo y primado de la Iglesia Española, que fue nombrado cardenal en el consistorio de marzo del pasado año, el primero de Benedicto XVI.
Los octogenarios, y por tanto no electores, son el arzobispo emérito de Barcelona, Ricard María Carles, y Francisco Álvarez Martínez, Arzobispo emérito de Toledo.
Estudió Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca y prosiguió sus estudios en Roma y Lovaina. Doctor en Teología, impartió conocimientos en el Pontificio Ateneo Salesiano de Turín y, como experto en asuntos educativos y en ecumenismo, fue designado por el Episcopado español para participar en el Concilio Vaticano II.
En 1977 Pablo VI le nombró secretario de la congregación para la Educación Católica y arzobispo y Juan Pablo II, en el consistorio del 28 de junio de 1988, le hizo cardenal.
Cardenal de la Curia, en enero de 1992 sustituyó al purpurado español Eduardo Martínez Somalo al frente de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, puesto en el que permaneció hasta que por razones de edad lo abandonó en 1996.
También fue Bibliotecario y Archivero de la Santa Romana Iglesia y formó parte, por designación de Juan Pablo II, del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica.
Fue miembro consultor de las congregaciones de la Doctrina de la Fe, de los Obispos, del Clero y de la Educación Católica, así como de los Consejos para los Laicos, la Promoción de la Unidad de los Cristianos y de la Interpretación de los Textos Legislativos.
Autor de veinte libros y más de un centenar de artículos, su atención investigadora se centró principalmente en tres materias: el milagro como signo de la revelación divina, la sucesión apostólica y el diálogo ecuménico. Participó en numerosos congresos internacionales de teología.
Estaba en posesión de la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, que le fue concedida en 1989 por el Gobierno español.
Como representante papal asistió en Úbeda (Jaén) a la clausura de las celebraciones por el IV centenario de la muerte de San Juan de la Cruz en 1991; en la Ciudad del Vaticano a la Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos, 1994; y en Cochabamba (Bolivia) al VI Congreso Eucarístico Mariano Bolivariano, de 1997.
Con su muerte, los cardenales españoles pasan a ser siete, de ellos cinco electores de Papas al ser menores de 80 años, como establece la normativa vaticana.
Los electores son Eduardo Martínez Somalo, Julián Herranz Casado; el arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela; el de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, y Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo y primado de la Iglesia Española, que fue nombrado cardenal en el consistorio de marzo del pasado año, el primero de Benedicto XVI.
Los octogenarios, y por tanto no electores, son el arzobispo emérito de Barcelona, Ricard María Carles, y Francisco Álvarez Martínez, Arzobispo emérito de Toledo.