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Juan Carlos Girauta

El planeta Calvo

Así las cosas, a mí no me parece tan raro que Carmen Calvo llame a la UNESCO a legislar sobre todos los planetas. Personalmente, no me preocupa que la UNESCO legisle la Constitución de Plutón. Me preocupa que la UNESCO legisle algo, que haga algo

Cuando toda una ministra de cultura dice algo en público, hay que entender que quiere decirlo. Se apresuran quienes atribuyen a un error su llamada a la UNESCO a que “legisle para todos los planetas”. A mí no me extraña tanto. A fin de cuentas, los progres coinciden hace tiempo con los esotéricos. Las revistas dedicadas a los ovnis, el poltergeist, la telequinesia, la paraidolia, la exohistoria, las combustiones humanas espontáneas y las psicofonías incluyen desde hace años entre sus divertimentos toda suerte de teorías conspirativas procedentes del universo progreanalfabeto, es decir, antisemita, antiamericano, anticapitalista, antisistema, antioccidental y antirracionalista. Agítese bien y sírvase frío.
 
No es extraño que un autor especializado en hombrecillos verdes y visitantes de dormitorio publique obras “de investigación” sobre el 11-S o sobre el 11-M demostrando que ningún avión impactó en el Pentágono, que en las Torres Gemelas no había judíos o que los atentados de Nueva York y de Madrid fueron obra de George Bush, deseoso de justificar la imposición por la fuerza de su nuevo orden mundial. Esos autores venden mucho más cuando disparatan sobre terrorismo, servicios secretos y política internacional que cuando entrevistan a sujetos abducidos por naves extraterrestres. La combinación de la paranoia esotérica con la paranoia progre funciona de maravilla. Tiene su lógica, y esa lógica se llama relativismo.
 
En la charca del relativismo moral chapotean las izquierdas desde hace más de un siglo. Al relativismo cultural se entregaron más recientemente, a rebufo de los rebeldes sin causa norteamericanos que, para lo bueno y para lo malo, siempre van por delante. Un impulso notable al relativismo cultural lo dio precisamente la UNESCO, que intentó fundar un Nuevo Orden Mundial de la información y la comunicación. Recoge Alain Finkielkraut en La derrota del pensamiento el escándalo de la conferencia inaugural del año internacional de la lucha contra el racismo, en 1971, cuando Claude Lévi-Strauss expuso, y asumió, postulados tildados de racistas que eran consecuencia lógica del discurso de la descolonización.
 
De la caída en bloque de la izquierda americana y europea en el tercer tipo de relativismo -el cognitivo o epistémico- y de la consiguiente muerte de la razón ilustrada para la progresía, se han ocupado Alan Sokal y Jean Bricmont en Imposturas intelectuales: la filosofía posmoderna francesa, a través de su hegemonía en las universidades, ha llevado al común de la gente a la convicción de que no existen verdades objetivas acerca del mundo.
 
La astrología no merece menos respeto que la astronomía. Así las cosas, a mí no me parece tan raro que Carmen Calvo llame a la UNESCO a legislar sobre todos los planetas. Personalmente, no me preocupa que la UNESCO legisle la Constitución de Plutón. Me preocupa que la UNESCO legisle algo, que haga algo.

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