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Víctor Llano

Más que madre, madrastra mala

A pesar de que el pasado 1 de octubre el Partido Popular hizo público su apoyo al Proyecto Varela, iniciativa democrática que pretende —sirviéndose de las propias leyes de la tiranía— lograr que en Cuba se respeten los derechos humanos, la policía española ha obligado a una madre y a sus dos hijos a regresar a la isla cárcel de la que intentaron huir. A Ana María Álvarez Peña ni tan siquiera le permitieron abrazar a su marido al que no ve desde hace tres años.

Como otros muchos líderes europeos Aznar aplaza para el porvenir la libertad de los cubanos. La doctora, nunca tan sola, tendrá que esperar. De muy poco le ha servido que el presidente del Gobierno español asegure que “cuando miramos a los cubanos nos vemos a nosotros mismos, porque todo somos un poco cubanos”. Si no se llega a ver en los cubanos, a Ana María, a Hassán y a Ahmed les hubieran obligado a regresar a la isla cárcel nadando. La “madre patria” no quiere a los que huyen de la tiranía castrista. De Cuba sólo le interesan los negocios, y las jineteras. Los hijos de Ana María tendrán que intentar que algún especulador español les contrate a través de una oficina de empleo cubana, para después de que el empresario le pague por su salario a Castro en dólares, ellos reciban de la mafia comunista un miserable sueldo en pesos, jornal que no les alcanzará ni para morirse de hambre.

La “madre patria” no los quiere en Madrid, los quiere en La Habana, sirviéndole un refresco a un turista español u ofreciéndose a un canalla que vuela a la isla cárcel para aprovecharse de su miseria. Cuesta creer que un Gobierno democrático —olvidándose de los miles de españoles que emigraron a Cuba— se muestre tan indiferente ante el sufrimiento de las víctimas, al tiempo que organiza fiestas para agasajar a sus verdugos. Algún día —quizás muy pronto— todos pagaremos por una política que protege y fomenta los negocios con el sátrapa, mientras desprecia a los que le piden auxilio.

A Ana María y a sus hijos no le quedarán ganas de regresar a nuestro país. Con ellos, la “madre patria” se comportó peor que la madrastra de Blancanieves. Lástima que su sufrimiento no sea sólo el argumento de un cuento para niños. Su tristeza, su cansancio, su desamparo y su miedo es tan real que a todos los que le han respondido con su desprecio se les tendría que cubrir el alma de vergüenza.

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