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Eduardo González Biedma

Como Alí, el Cómico

Uno de los personajes que más inesperadamente alcanzó la fama y gloria mediática en la pasada guerra de Irak fue el llamado “Alí el Cómico”. Sus divertidas explicaciones, con los americanos paseándose relajadamente por el centro de Bagdad y por el aeropuerto sobre cómo éstos “huían en desbandada” ante los insistentes bombardeos iraquíes fueron ya tomados directamente a broma, y Alí se convirtió por ese motivo en una figura televisiva de primer orden, que hasta caía simpático y hacía subir las audiencias. Dentro de lo cómico, claro está.

En el lío de la FSM y la Asamblea de Madrid, Alí el Cómico está siendo imitado y seguido no por uno, sino por muchos dirigentes socialistas, y no pocos medios de comunicación. Las “explicaciones” que se dan no son sólo surrealistas, sino desesperadamente cómicas, dentro de la tragedia que todo este follón supone, sobre todo para la FSM. Oímos por ejemplo, como el “corruto” es el PP y sus constructores, siendo lo cierto que las únicas “evidencias” de ello son reservas de un hotel (ni siquiera su pago) y, en definitiva, una no menos cómica moda que se ha impuesto últimamente: reservar los hoteles a través de intermediarios sospechosos. Las agencias de viaje ya no sirven de nada, y los antiguos “despachos de tráficos de influencia” se ve que tienden a reconvertirse en “despachos de reservas de hotel”, que no de su pago, por lo que reciben orondas contraprestaciones en presuntos favores. Ante tal abrumador aparato probatorio, ante tal maremagnum de pruebas de corrupción ¿cómo no interviene el Fiscal General, el Fiscal Anticorrupción y la Guardia Civil?

Para completar el papel de Alí el Cómico se afirma por todos los líderes, regionales y nacionales, del PSOE que “lo bueno” está por venir. Se nos dijo desde el primer día en que afloró la cuestión que un montón de evidencias irrefutables de una gravísima trama iba a aparecer, implicando a toda la plana mayor del PP, de sus empresarios y de constructores “mafiosos” de toda índole. Pero el tiempo pasa y sólo sabemos de cómo se desvela sin cuento la privacidad de algunos ciudadanos cuyas llamadas de móviles –que no dejan de integrar su intimidad– se airean sin escrúpulo alguno por todas partes.

Por cierto, ¿saben cómo acabó Alí el Cómico? De manera metafóricamente similar puede acabar más de uno. Alí pasó a la fama, pero no comió perdices.

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