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Alberto Recarte

Amenazas orientales

A nivel internacional, quizá la crisis más importante que está gestándose en estos momentos no es la derivada del fracaso de Cancún, sino el conflicto sobre el tipo de cambio del yuan chino, el yen japonés, el dólar de Hong-Kong y otras monedas asiáticas. En todos estos casos los gobiernos de esos países mantienen un tipo de cambio fijo con el dólar, –o manejado por su banco central en el caso del yen– lo que abarata sus productos frente a los países del euro y no los encarece frente a un dólar que se debilita debido al enorme déficit comercial estadounidense. Para evitar la revaluación de sus monedas frente al dólar ese conjunto de países están comprando frenéticamente bonos del Tesoro norteamericano, alcanzando sus reservas, en este momento, más de 1,4 billones (españoles) de dólares.

El temor de las empresas de los países occidentales desarrollados ante la avalancha de productos chinos, indios o coreanos –además de la tradicional presencia japonesa– a precios muy reducidos, está aumentando exponencialmente, porque ya no se trata sólo de textiles, ordenadores o barcos, sino de toda la gama de productos industriales. Y no cabe duda de que la competitividad de esos países, potenciada por sus bajos costes laborales –excepto en el caso de Japón–, sus inversiones en tecnología y bienes de equipo y su estrategia de precios muy baratos de venta a la exportación, se potencia con monedas nacionales muy devaluadas.

Los grandes conflictos internacionales han comenzado, muchas veces, por los intentos de algunos gobiernos de mantener el empleo, a corto plazo, en sus países, exportando a cualquier precio. Estas políticas, aunque insostenibles a largo plazo, –como demuestra recientemente el caso de Japón–, provocan reacciones proteccionistas en los países de monedas caras, que acaban por perjudicar a todo el mundo. Un acuerdo en Cancún habría sido más fácil si se hubiera permitido que las monedas de esos países fluctuaran libremente. No todo ha sido egoísmo de los países ricos, como yo mismo decía ayer, aunque esa actitud haya sido fundamental para el desencuentro de México.

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