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Where is Mr. Bono?

Según fuentes del Pentágono, el futuro ministro español de Defensa,  José Bono, se habría desplazado este lunes a Washington DC, la capital del imperio, para entrevistarse discretamente con Donald Rumsfeld. No sabemos cuál habrá sido el contenido ni el mensaje que Bono ha transmitido a su contraparte norteamericana. Pero sí sabemos que, muy probablemente, podría haberle expuesto cómo el anuncio de su partido de retirar las tropas españolas de Irak ha contribuido a crear una vulnerabilidad sin precedentes en nuestro país, que no sólo podría estar detrás de lo sucedido el 11-M, sino de las sucesivas amenazas llevadas a cabo por los terroristas islámicos. Diga el PSOE lo que diga, los terroristas tienen claro cuál debe ser su lectura: España va a tener un gobierno débil, al que pueden llevar en la dirección que ellos desean.
 
Pero puede que Bono no le cuente eso, sino que le traslade la firmeza de Zapatero en abandonar Irak, porque no se van a poder cumplir las dos condiciones que el candidato electo a presidente quiere: que la ONU se haga cargo de Irak –cosa del todo imposible, a poco que uno conozca el proceso de toma de decisiones de la ONU y, en todo caso, indeseable a poco que se tenga memoria de la hoja de servicios de dicha organización– y que la situación de seguridad se resuelva –poco probable, tan a corto plazo, a pesar de estar mejorando progresivamente–.
 
Es más, si bien Colin Powell, después de que Zapatero le hiciese esperar durante cuarenta y cinco minutos antes de mantener su primera entrevista, transmitió la idea de que los EEUU entendían la posición del presumible próximo presidente español y que coincidía en la necesidad de una nueva resolución de la ONU, los últimos atentados de Faluya, con la muerte trágica y el espectáculo sangriento y aborrecible de los cadáveres colgados de un puente, ha endurecido la postura de la Administración norteamericana, quien parece ya menos interesada en lograr la cobertura de la ONU. Esto sólo le deja al nuevo gobierno del PSOE dos opciones. O seguir con la retirada, cueste lo que cueste –y que costará mucho en todos los terrenos, incluida la seguridad de los españoles en el futuro inmediato– o romper con su promesa electoral y reconocer ante sus votantes que se había equivocado. Los votantes del PP ya lo sabían, en cualquier caso.
 
Tampoco conocemos qué le habrá contado Rumsfeld a Bono. Aunque, sea lo que sea, es de imaginar que sus palabras fueran más directas y claras que las de Powell. Es su estilo. Pero lo más relevante es que este encuentro se haya llegado a realizar. Un ministro que todavía no lo es, que ha dicho en público que aunque no va a dar la espalda a los Estados Unidos, tampoco se la va a dar a sus votantes, viéndose con quien ha sido caricaturizado por sus correligionarios de partido como la quintaesencia del mal, Donald Rumsfeld, el de la nueva y vieja Europa. Cuánta prisa por verse. ¿Para nada?
 
GEES: Grupo de Estudios Estratégicos

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