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Armando Añel

El héroe recobrado

La historia de Tillman refuta sucesivamente, con la rotundidad de lo incontestable, varios de los lugares comunes con que los mass media demonizan el llamado American Way of Life

En un artículo recientemente reproducido por Townhall, Thomas Sowell aborda el hecho de que la gran prensa norteamericana, y por extensión occidental, reniega de los héroes de guerra, o para mejor decirlo, de los héroes de guerra estadounidenses. Según el profesor afroamericano, "cualquier reservista llamado al servicio activo puede copar la primera plana del New York Times con sus llantos y lamentaciones. Pero difícilmente serán noticia los otros 99 orgullosos de cumplir con su deber".
 
Probablemente, remata Sowell, pueda encontrarse en los periódicos el nombre "de algún miembro del pequeño grupo implicado en el escándalo de la prisión de Irak, o quizás el de la soldado rescatada Jessica Lynch, pero nunca los nombres de aquellos que la rescataron".
 
Ciertamente, la impopularidad mediática del héroe de guerra americano encuentra asiento en un escenario secuestrado por el narcisismo de buena parte de la intelectualidad conservadora (esto es, según la Real Academia de la Lengua, "especialmente favorable a la continuidad en las formas de vida colectiva y adversa a los cambios bruscos o radicales"), generadora de una visión inmovilista en la que Estados Unidos representa el mal mayor entre difusos, a ratos irrelevantes, males menores, y desde la que la responsabilidad individual es anatemizada. La guerra, concepto o término políticamente incorrecto donde los haya, resulta particularmente injusta o sanguinaria cuando es liderada por Washington. En Irak chirrían miles de civiles bajo la bota del terrorismo islámico, pero sólo se mueren si los matan las bombas de George Bush.
 
Por añadidura, la figura del héroe, emblemáticamente hablando, también es cuestionada. Víctima del abrazo mortal de Hollywood, entre el fuego cruzado de la academia pacifista y el antiamericanismo justificativo, no halla consuelo sino en las consolas de los vídeojuegos. Desde allí dispara a mansalva, aunque inútilmente, contra una realidad tan virtual como la que le ofrece cobijo.
 
El caso de Pat Tillman, sin embargo, pareciera contradecir la visión de Sowell. Aun cuando constituya una excepción a todo lo largo de la regla.
 
El ranger Tillman murió en Afganistán en la primavera de este año, mientras conducía una unidad contraterrorista en la región fronteriza con Pakistán. Hacia 2001 había desechado una oferta de nueve millones de dólares de los Sant Louis Rams –Tillman militaba en la liga profesional de fútbol americano– para serle fiel a su equipo de toda la vida, los Arizona Cardinals. Tras la caída de las Torres Gemelas, decidió alistarse en el ejército con la mira puesta en el combate al terrorismo, rechazando un contrato por tres millones y medio de dólares con los propios Cardinals. Una decisión tan sonada que le granjearía la atención de los medios informativos de su país, a los que, no obstante, evitó invariablemente. El ex futbolista fue tan lejos como para renunciar al rango de oficial: aspiraba a "empezar desde abajo".
 
La historia de Tillman refuta sucesivamente, con la rotundidad de lo incontestable, varios de los lugares comunes con que los mass media demonizan el llamado American Way of Life. El del mercenario que pelea por dinero. El del analfabeto de la América profunda (Tillman, estudiante excepcional, se licenció en mercadotecnia en apenas tres años y medio con un índice académico de campeonato). El del individualista vulgar. Nada menos vulgar que el gesto del ex defensa de los Cardinals.
 
"¿Dónde encontrar gente dispuesta a ponerse de pie por América?", se preguntaba, tras la muerte de Tillman, el representante republicano por Arizona J.D. Hayworth. Gente dispuesta probablemente no haya que echar en falta, más que nada si no se busca en las tapas de los periódicos. Como asegura Thomas Sowell, "la restauración de la electricidad, la reapertura de escuelas y hospitales y todo lo demás que se está haciendo para restaurar un Irak devastado por la guerra, recibe muy poca atención. Pero todo lo que ha ido mal se instala en las primeras planas y los noticieros de televisión y permanece allí durante semanas".
 
Lleva razón el autor deConflict of Visions. Parafraseando el título de Proust, la búsqueda del héroe perdido en el proceloso mar de losmass mediaoccidentales continúa arrojando escasos resultados. A pesar de excepciones como la de Pat Tillman, el héroe recobrado.

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