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Ramón Villota Coullaut

Atutxanovich

Lo del pucherazo para la votación de los presupuestos vascos nos acerca al concepto de democracia del PNV, más cercano a los formas de votar en Ucrania, en donde rige el todo vale, que a los modos occidentales de votación

Esto sí que es un pucherazo. Atutxa esta completando una legislatura auténticamente escandalosa. Permite a los herederos de Batasuna seguir actuando como grupo político, desobedeciendo al Tribunal Supremo. También este martes pasado, menudo fin de año, el Tribunal Superior de Justicia, en una actuación inexplicable, entiende que desobedecer un auto del Tribunal Supremo no es delito, sólo si esta desobediencia proviene del Parlamento Vasco, imagino. Lo de Atutxa, sin embargo, ha ido esta vez algo más lejos. Los presupuestos presentados por el Gobierno vasco han salido adelante sin el suficiente apoyo parlamentario escudándose en un fallo técnico en el sistema de votación –no de la diputada socialista Novales, puesto que el voto se visualizó en pantalla durante unos instantes– y este jueves, al fin, se debatirá el Plan Ibarretxe, lo que significa lisa y llanamente que se va a debatir la posible ruptura con la Constitución de 1978.
 
Lo del pucherazo para la votación de los presupuestos vascos nos acerca al concepto de democracia del PNV, más cercano a los formas de votar en Ucrania, en donde rige el todo vale, que a los modos occidentales de votación. En Ucrania al menos han podido repetir las elecciones, lo que nuestro Atutxanovich no quiere permitir en la Comunidad Autónoma vasca. Vamos, un fraude en toda regla, y delante de nuestras narices, para que no pensemos que este extraño "sistema electoral" es patrimonio de países lejanos a nuestra democracia. Que no, que en España, por lo menos en ciertas partes de España, se puede invalidar un voto esencial por defectos técnicos imputables a la propia Cámara, pero desde luego nunca a la diputada afectada, y, así, conseguir que lo que no tenía en su momento, los apoyos parlamentarios suficientes, los tenga posteriormente. Vamos, un ejemplo de lo que es la democracia y el respeto al voto parlamentario.

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