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Alberto Recarte

Un peligroso futuro financiero

La pérdida de fondos estructurales y de fondos de cohesión para España tiene consecuencias financieras globales más graves que para el resto de los grandes países desarrollados europeos.

En una tensa negociación, Aznar consiguió un volumen de transferencias económicas netas para España, entre 2000 y 2007 de cerca del 1% anual de nuestro PIB de la Unión Europea. La próxima negociación será más difícil, porque la entrada de 10 nuevos países con rentas per cápita inferiores a la española conllevará, lógicamente, el que el mayor porcentaje de fondos europeos se destinen a los mismos.
 
Pero, al margen de este cambio, Francia y Alemania están obligando a la Comisión a endurecer el trato a las aspiraciones españolas más allá de lo justo y razonable. La pérdida de fondos estructurales y de fondos de cohesión para España tiene consecuencias financieras globales más graves que para el resto de los grandes países desarrollados europeos. Porque tanto Francia como Italia como Alemania reciben subvenciones para su sector agrario muy superiores a los de España, tanto en términos absolutos como relativos. El otro país grande, el Reino Unido, recibe un cheque anual de la Comisión, con el que recupera una parte importante de su aportación. Cuando España pierda los fondos no se verá compensada, como lo son los grandes países, con otros ingresos. Terminaremos por pagar de acuerdo con nuestra mayor renta nacional, pero recibiremos mucho menos a cambio. Y Rodríguez Zapatero no tiene ni preparación ni deseos de dar una batalla por los intereses españoles; que podría ganar, porque para el próximo reparto (2008-2013) sigue siendo necesaria la unanimidad. Para nuestra desgracia, a él sólo le interesan los grandes temas, como la alianza entre civilizaciones y parece despreciar la batalla por el reparto de los ingresos comunitarios.
 

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