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Fernando Díaz Villanueva

Es Kojo pero no manco

De lo de Kojo en la ONU se desentienden. Natural, al fin y al cabo el niño sólo fue un eslabón de una larguísima cadena en la que todos se llevaban su parte a costa del sufrido pueblo iraquí

Permítame el juego de palabras que, por si le quedaba alguna duda, va cargado de mala intención. Acabo de leer una magnífica anotación en una no menos magnífica bitácora de esas que tachan de agitativas y neoliberales hasta la náusea, en la que se ofrece un vínculo con una noticia del Financial Times que aquí, en nuestro paraíso, no ha trascendido demasiado. El titular dice así: “El hijo de Annan cobró 300.000 dólares”. Con semejante presentación hasta para los que se quedan en el titular, que son más de los que lo confiesan, era difícil no continuar leyendo.
 
Resulta que el hijo de Kofi Annan, secretario general de la ONU y uno de los burócratas más incapaces que ha dado la ya de por sí incapaz burocracia internacional de todos los tiempos, trabajó durante una temporada para una empresa llamada Cotecna con sede en Suiza. Pues bien, cuando el nene dejó de prestar sus servicios y se despidió siguió tan ricamente cobrando de esa empresa un dinerito todos los meses en concepto de “consultoría”. Hasta aquí todo normal, o aparentemente normal porque da la casualidad que Cotecna, que se dedica a la  inspección comercial, fue una de las compañías agraciadas por los contratos del lucrativo y corrompido programa Petróleo por Alimentos.
 
En principio se dijo que Kojo Annan, que es como se llama el prenda, se llevaba cada mes 3.000 dólares de su antigua empresa, pero la estimación se ha quedado corta. El hijo de Kofi cobró 300.000 dólares después de que Cotecna firmase un contrato de 60 millones de verdes y bien planchados billetes con la efigie de George Washington. ¿Alguien ha dicho comisión?, ¿he oído mordida? Que cada uno piense lo que quiera, pero este culebrón protagonizado por contratos con la ONU, transferencias millonarias, empresas radicadas en Suiza y el hijo del secretario general volando de Nigeria a Nueva Cork en primera clase huele a cloaca inmunda.
 
Lo peor de todo, sin embargo, no es que la ONU se haya convertido gracias a las buenas artes de Kofi Annan en la guarida de Alí Baba, ni mucho menos, lo peor, lo más doloroso es que de esto nos estamos enterando gracias al impagable trabajo de unos periodistas intrépidos y al coraje de un senador norteamericano que se ha propuesto investigar las muchísimas irregularidades de Naciones Unidas. He leído no sé dónde, creo que en El País, que detrás de todo esto se encuentra la larga mano de George Bush, contrariado con Kofi Annan por haberse opuesto a la intervención en Irak. Es posible, pero no hace falta demasiada perspicacia para descubrir el verdadero motivo que condujo a Kofi Annan a plantarse ante la Casa Blanca hace un par de años. El régimen de Sadam Hussein era un negocio redondo y no precisamente para los iraquíes. Sadam ganaba porque más que un país lo que regentaba era un feudo. Y el siempre bienintencionado Annan jugaba a estadista de altura haciendo y deshaciendo a su antojo con un programa que había sido pergeñado por él.
 
De lo de Kojo en la ONU se desentienden. Natural, al fin y al cabo el niño sólo fue un eslabón de una larguísima cadena en la que todos se llevaban su parte a costa del sufrido pueblo iraquí. Confío en que los periodistas delFinancial Timesy el senador Volcker sigan indagando y espero que de los progresos de la investigación me entere a través deBarcepundit, bitácora a la que le debo este artículo y que se la recomiendo, es de lo mejor que hay en la red.

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