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Carlos Rodríguez Braun

Parlamento bursátil

no se da cuenta de que las empresas y la Bolsa podrán no ser democráticas, pero uno sólo invierte allí si quiere, y está protegido porque en el mercado somos soberanos y no somos forzados a pagar

El Premio Nobel Günter Grass afirmó que “el Parlamento no decide de forma soberana”, porque depende de empresas y bancos, no democráticos, con lo cual “el ciudadano queda expuesto sin protección al dictado de la economía”, y “el Parlamento degenera en filial de la Bolsa”.
 
Antigua ficción antiliberal es esta lacrimosa idea conforme a la cual la economía manda no sólo como la política sino incluso más que ella. Por tanto, debería extenderse la política para compensar ese terrible avance de la economía sobre los ciudadanos. Naturalmente, dicha extensión de la política no plantea problema alguno.
 
Grass lamenta el último “siglo neoliberal”, es decir, llama neoliberal a que el peso del Estado medido por el gasto público sobre el PIB haya saltado de menos del 10 % a más del 40 % -curiosa definición de liberalismo, sin duda- y reclama como solución “una coerción democrática radical”.
 
Interesante: si es democrática y es radical, la coerción no importa. Y ese es el resumen del pensamiento único. Alega Grass que sus críticos lo acusan de “romántico social” o de “buena persona”. No me sumaré a ellos. Creo que Grass no se da cuenta de que las empresas y la Bolsa podrán no ser democráticas, pero uno sólo invierte allí si quiere, y está protegido porque en el mercado somos soberanos y no somos forzados a pagar. Los impuestos, en cambio, serán muy democráticos, pero si no los pagamos podemos ir presos, sin protección alguna. Me parece que el gran escritor alemán es un inveterado enemigo de la libertad, al haber pasado del nazismo que defendió en su juventud a su primo hermano, el socialismo, que respalda hasta la fecha.

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