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Juan Carlos Girauta

Memorial de agravios

Si Peces, en vez de condenar este intento de agresión en su casa, condena a los organizadores de la conferencia, se convertirá en cómplice de los agresores, se desacreditará todavía más como Alto Comisionado

Se entiende que casi ningún historiador español se atreva a debatir con mi admirado Pío Moa. A nadie se le puede pedir en lo personal –aunque sí se le puede exigir a quien aspire a la condición de intelectual– que se exponga a ver sus tesis desmontadas en público, que enfrente sus teorías a una poderosa construcción argumental y a un arsenal probatorio. Lo que ni se puede entender ni se puede admitir, lo que retrata al gremio, es que los renuentes historiadores se despachen sistemáticamente con insultos y argumentos ad hominem contra un autor mucho más influyente que ellos mientras prudente o cobardemente lo evitan. Cuando uno está en desacuerdo con ideas u obras propias de su especialidad, lo suyo es aprovechar la ocasión de discutirlas. No hacerlo, y recurrir al insulto, los retrata intelectual y moralmente. Luego está la violencia.
 
Esperamos que el Rector Peces condene los intentos de agresión a Moa, los ataques a la libertad de expresión de los energúmenos que han ido a reventar su conferencia en la Universidad tras varios días de invitaciones nada sutiles a la violencia. Por lo pronto, el enfado de Peces se dirige contra la asociación de estudiantes que ha invitado al historiador sin pedir permiso. ¿Quiere Peces volver a la autoritaria universidad previa a la democracia? Si es así, sólo conseguirá lo que se consiguió entonces, que el interés estudiantil se centre en actos clandestinos y que su universidad, fuera de las clases, tenga dos vidas independientes, una de ellas ficticia.
 
Si Peces, en vez de condenar este intento de agresión en su casa, condena a los organizadores de la conferencia, se convertirá en cómplice de los agresores, se desacreditará todavía más como Alto Comisionado de las víctimas del terrorismo y agrandará la lista de agravios antidemocráticos del reciente socialismo español, en la que ocupa un puesto de honor desde que dividió a sus compatriotas entre buenos y malos. Una anotación más para ensanchar la infamia, al lado de la detención ilegal de militantes del PP por orden gubernativa, con prevaricación y abuso de poder. Al lado de la falta de condena del partido de Peces a las innumerables agresiones contra personas y sedes del Partido Popular durante la segunda mitad de la pasada legislatura. Al lado de los insultos a medios por parte del compañero de Peces que ocupa la alcaldía de Zaragoza y que, según confiesa, lleva una bestia escondida. Al lado de las descalificaciones vertidas por el secretario de organización del partido de Peces contra el propia Moa y contra César Vidal, burdo señalamiento de intelectuales críticos que revela el concepto oconcetoque Blanco tiene del poder. Al lado del pacto de exclusión de un partido que representa a diez millones de españoles, recogido en losPactes del Tinelly que, según lo previsto por Maragall y Carod, pronto se ha extendido a la política española. Rector, no alargue la lista.

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