Empieza a conocerse el proyecto de nuevo estatuto catalán que llegará al Congreso en breve. CiU se abstiene, pero como estrategia para forzar un texto aún más radical. El PSC y ERC han planteado un proyecto de Ley que, de aprobarse en Cortes, dejaría muerta y enterrada a la Constitución de 1978. A partir de este punto cualquier cosa cabría en ella y de cualquier forma podría reformarse. Alfonso Guerra ha dado un aviso pero, sorprendentemente, la Vicepresidenta De la Vega le ha mandado callar. Ibarra amenaza con represalias, si bien su margen de maniobra es escaso y es sabido que nunca pasa del berrido. Por su parte, Manuel Chaves retrasa el proyecto de nuevo estatuto andaluz a la espera de lo que pase con el catalán, pues podría volver a ocurrir que aquél acabe copiando éste palabra por palabra.
El Partido Popular lanza mensajes confusos y contradictorios, como siempre. Primero, tendrían que explicar a su base electoral qué pueden hacer realmente por frenar esto en las presentes circunstancias, y hasta dónde están dispuestos a llegar. ¿Pueden frenarlo en las Cortes? ¿Se puede confiar en el Tribunal Constitucional si se plantea un recurso? Después tendrían que explicar qué harían si no pueden parar este proceso. Han intentado vender la inoportuna reforma del estatuto valenciano como una alternativa, cuando la verdad es que todos estamos supeditados a lo que acabe pasando con el estatuto catalán. Si éste sale adelante en su forma actual el siguiente será el vasco, que adoptará las “conquistas” del catalán de forma automática, como mínimo, lo que supone en la práctica lo sustancial del plan Ibarreche. Con dos de las regiones más ricas desconectadas del régimen fiscal común (y veremos qué acaba pasando con la Seguridad Social si les conviene), y habiendo formado estados dentro del estado, con soberanía propia y capacidad de condicionar políticamente a los demás sin reciprocidad, la papeleta del resto de comunidades autónomas será muy difícil. Aquí ya no cabrán paños calientes, segundas vías ni cuentos chinos. No hay otra que el sálvese el que pueda.