La dificultad de devolver los préstamos, tanto por familias como por empresas –no por las administraciones públicas, afortunadamente– refleja la escasa productividad de nuestras inversiones y nuestra falta de competitividad. En 2005, posiblemente, la economía española gastará –en consumo e inversiones– cerca de un 5,8% más que en 2004 en términos reales, pero de ese aumento, cerca del 43% nos la venderán empresas situadas en el extranjero porque en España o no se producen esos bienes o son demasiado caros. Nuevamente, no importa ese desequilibrio, porque hoy, en el mundo, no hay nadie autosuficiente. El problema se plantea cuando se trata de un proceso creciente y acumulativo. En el cuadro que figura a continuación se puede observar, con las cifras revisadas del INE desde 2000, cuál ha sido la evolución de las ventas de los bienes producidos en España y de los producidos en el extranjero en el mercado español.
Año | Crecimiento del PIB | Demanda externa | % de la demanda externa negativa en relación al crecimiento del PIB | Crecimiento demanda interna |
---|---|---|---|---|
2001 |
3,5% |
-0,2% |
3,5% |
3,7% |
2002 |
2,7% |
-0,7% |
25,0% |
3,4% |
2003 |
2,9% |
-0,9% |
31,0% |
3,8% |
2004 |
3,1% |
-1,6% |
51,0% |
4,7% |
2005 (previsión) |
3,3% |
-2,5% |
75,0% |
5,8% |
Fuente: INE y elaboración propia.
En este cuadro queda claro, a mi entender, el espectacular aumento de la demanda interna durante estos años, el gran resultado que el gobierno prevé para 2005 y, y es la parte que quiero resaltar, el aumento del porcentaje que significa el suministro extranjero en relación con lo que aumenta el PIB. Desde apenas el 3,5% en 2000 hasta, probablemente, el 75% en 2005.
El problema, frente a las ventajas a las que ya me he referido de la globalización es que, probablemente, y al contrario de lo que ocurría cuando todos los países eran más cerrados, cuando la demanda interna deje de aumentar, como consecuencia del fenómeno del excesivo endeudamiento y de la pérdida de competitividad, las importaciones es posible que crezcan menos, pero van a seguir creciendo mucho, mientras nuestras exportaciones se reducirán en términos reales e incluso nominales.
Tendremos dos problemas: la falta de consumo e inversión internos y un deterioro del sector exterior que seguirá creciendo. No sólo dejaremos de crecer, iremos hacia atrás. Una situación que será impulsada por el euro, una moneda extraña, que lejos de ayudarnos a tomar decisiones nos podría asfixiar, en los mismo términos en que Berlusconi dice, ahora, que el euro está destrozando la economía italiana.
Conclusión
Todo esto podría no ocurrir. Todo va a depender de que nuestra mano de obra, todos y cada uno de nosotros, estemos cada vez mejor formados y educados y seamos capaces de trabajar más horas de una forma concienzuda, de que nuestros salarios no suban demasiado, de que tengamos fábricas y empresas modernas, de que sepamos idiomas, de que tengamos muchísimos campos de golf, de que nuestros administradores públicos sean eficientes y que inviertan lo necesario, de que seamos capaces de continuar ese proceso de modernización más rápidamente que nuestros competidores; también de que seamos sensatos a la hora de decidir en qué invertimos y de que nuestro sistema financiero no se equivoque a la hora de conceder préstamos y de que el gobierno de la nación sea un lazo de unión entre todos los españoles, ayudando a que trabajemos codo con codo, pagando cada vez menos impuestos, en lugar de perder el tiempo en proyectos secesionistas y guerracivilistas.
¿Será posible? ¿Ustedes qué creen?