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Víctor Llano

Oswaldo Payá

Más que políticos partidistas que defiendan una determinada ideología, lo que los cubanos necesitan son activistas de derechos humanos. Por desgracia, falta mucho para que puedan celebrarse en Cuba unas elecciones libres

El máximo responsable del Movimiento Cristiano Liberación ha hecho público un comunicado en el que llama a la unidad de los opositores a la barbarie castrista. El texto es magnífico. Por fin Oswaldo Payá ha reconocido sus errores y se ha disculpado con otros disidentes a los que haya podido herir: “A ellos les pedimos que acepten nuestras disculpas, a la vez que les ofrecemos, una vez más, “la rosa blanca” de nuestro Mart픓.
 
Si antes le criticamos, ahora seríamos injustos si no creyéramos en su sinceridad. Payá acierta cuando asegura que “esta unidad necesaria, posible y enriquecedora no es una campaña política ni electoral, como ha sido, lamentablemente, el discurso y la praxis del monolitismo, el inmovilismo y el dogmatismo caudillista que ha signado nuestro devenir histórico”. El premio Sajarov del Parlamento Europeo reconoce también que “la tentación de exhibirnos para llamar la atención y convertirnos en “figuras” del escenario político…es contraria a la motivación que inspira a la oposición pacífica en Cuba…”
 
Tiene razón. Para exhibicionista ya tenemos al Máximo Líder. Tanto a la disidencia interna como a la que logró escapar de la Isla de los cien mil presos, le sobran intrigas y protagonismos. Ocurre en todos los exilios. Más, cuando son tan largos como el cubano. Aquí en Madrid somos siempre los mismos –muy pocos– los que asistimos a los actos en los que se recuerdan los crímenes de la tiranía. Difícilmente “los mismos” llegamos a 25 personas. No obstante, gran parte de ellas lideran algún minúsculo grupo más o menos opositor. Si en Madrid la unidad resulta imposible y se multiplican las acusaciones y las sospechas, ¿qué no ocurrirá entre los que sobreviven al lado de las turbas castristas?
 
Más que políticos partidistas que defiendan una determinada ideología, lo que los cubanos necesitan son activistas de derechos humanos. Por desgracia, falta mucho para que puedan celebrarse en Cuba unas elecciones libres. No estamos en campaña electoral. Es la hora de los héroes que aún a costa de su libertad renuncian a enmudecer ante la barbarie. Payá no se olvidó de ellos: “Nos inspira en este mensaje, ante todo, el coraje de nuestros hermanos prisioneros políticos y la paz interior que los sostiene, alimentados por la fe y por el inmenso amor que tienen por el pueblo de Cuba, y que nosotros compartimos”.
 
Es cierto lo que hoy asegura el promotor del Proyecto Valera. Mientras que en Cuba existan cientos de presos de conciencia y cien mil condenados –en su mayoría negros– por la injusticia robolucionaria, resulta cuando menos egoísta enfrentarse por otra ideología que no sea la de los derechos humanos. Ya llegará el día en el que cada uno pueda defender sus propias ideas. Si es acogida como creo merece, la iniciativa de Oswaldo Payá puede hacerle mucho daño a un régimen que siempre se ha esforzado -con notable éxito- en infiltrar a sus opositores. Se supone que es más lo que les une que lo que les separa. Necesitan creer los unos en los otros. El que confía en los demás, podrá, alguna vez, resultar mordido, pero quien sospecha de todo y de todos, será devorado.

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