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Jihad y apaciguamiento

Lo que se mantiene como una constante perpetua es la absoluta disimetría. Nadie se concentra delante de nuestras mezquitas o ante las embajadas islámicas a protestar contra los criminales ataques contra los cristianos y sus templos.

El viernes 17 fueron al menos 11 en Libia, el sábado 18, 15 en Nigeria y otras tantas iglesias incendiadas. En Londres una manifestación de 10.000 y en la India un político puso precio a la cabeza de los dibujantes daneses. Es la furia que no cesa y es muchas cosas al mismo tiempo. El que sólo quiere ver una desecha altaneramente las demás. Resulta patético negar el elemento de choque de civilizaciones. Los vociferantes energúmenos se comportan como si hubieran tomado a Huntington como guionista, pero don Samuel no los ha forzado a representar sus papeles, sólo ha sabido adivinarlos leyendo en los de sus maestros y predecesores. No está de más tener cerca su libro. Pero hay otras muchas cosas además del choque.

En Liba las muertes fueron por disparos de los soldados que protegían un consulado italiano. En Nigeria los manifestantes mataron cristianos, batiendo un record en las tres semanas de furibundas protestas. El contraste es una pequeña muestra de la variedad del fenómeno. Pero lo que se mantiene como una constante perpetua es la absoluta disimetría. Nadie se concentra delante de nuestras mezquitas o ante las embajadas islámicas a protestar contra los criminales ataques contra los cristianos y sus templos. Ciertamente los embajadores de la Unión Europea no han pedido audiencia a los jefes de gobierno, para expresar su disgusto, ni era su competencia en la mayor parte de los casos, pero no hemos oído que lo hayan hecho siquiera aquellos cuyas misiones diplomática fueron vandalizadas.

Dos autoridades de la Unión, Frattini y Solana, han viajado al Oriente Medio. Cualquiera esperaría que reclamasen a sus interlocutores menos manipulación y una parte de la energía con la que habitualmente controlan con gran eficacia a sus súbditos, menos propaganda y más libertades, menos victimismo y algo de reciprocidad. Esperaríamos que les explicasen cuales son los principios del estado liberal y nuestra firme decisión de no apearnos de ellos, por mucho que les molesten. Que les dijeran que mientras sigan discriminando y tratando como inferiores a la mitad de su propia humanidad, no van a ninguna parte y que no se lo vamos a consentir cuando vengan aquí. Esperaríamos que pidieran que denunciasen los discursos de odio y negro prejuicio que en su mundo se topan por doquier. Y que les pidiesen cuentas por financiar instituciones que so capa de religión y beneficencia propagan esos discursos y son semillero de terroristas y caldo de cultivo de radicales.

Esperaríamos que sentasen las bases de un sano e igualitario entendimiento entre civilizaciones. Eso es lo que habría sido de esperar pero no lo que fue. Han ido a lamer las sandalias de los jeques y ya vemos cómo sigue la cosa.

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