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Carlos Semprún Maura

El general Invierno

Ségolène Royal prosigue por su sendero luminoso de la imbecilidad, siempre con su pinta de presentadora de televisión que no sabe leer su texto.

Leo en Le Figaro Economique que en 2006, en Francia, se produjeron 203 películas, y yo no vi ninguna. ¡Fíjense si tengo suerte! Pasando de lo personal a lo medianamente mediático, el general Invierno, que nunca obedece a la planificación socialista del clima, ha lanzado su ofensiva para asombro de los franchutes, que se creen a pies juntillas la gran estafa climática, a la que todos sucumben: jefes de estado, ministros, gauche divine y amas de casa. Y Nicolas Hulot, el payaso televisivo, que ha vendido su tenderete medioambiental a todos los candidatos "serios" y, satisfecho, ha retirado su candidatura a las presidenciales. Las promesas de respetar su "pacto ecológico" se tirarán a la basura a la hora de la verdad, porque son tan imbéciles como imposibles. Pero hay que ser "ecológico" hoy en día si no quieres ser tratado de fascista.

Otra hipocresía fenomenal se ha manifestado en torno a la muerte del Abbé Pierre, al que todos ensalzan ahora cuando nadie le hizo el menor caso mientras vivía. Logró fama porque periódicamente lanzaba su bronca, protestando porque hubiera tantos pobres en un país rico. A mi siempre me ha resultado antipático, entre otras cosas por su antisemitismo, que demostró una vez más con su apoyo público y tajante a Roger Garaudy, que acaba de publicar un libro negando la shoá que parece escrito en iraní, pero en iraní moderno y nuclear. Deja una asociación que se llama en España "Traperos de Emaús", mitad negocio, mitad empresa caritativa. Yo no olvido que uno de los hoteles tugurios que se quemaron en París, en 2005, era propiedad de Emaús, y una vergüenza. El cómico Coluche, hizo algo parecido con sus Restos de coeur, también mitad negocio, mitad caridad. O la novísima "Los hijos de Don Quijote". Creo que la peor de estas ONG, la más ladrona, es "Acción contra el hambre", basta con ver quienes son sus presidentes y lo que cobran.

Ségolène Royal prosigue por su sendero luminoso de la imbecilidad, siempre con su pinta de presentadora de televisión que no sabe leer su texto. Ha saludado recientemente "los valores comunes, la libertad y la soberanía del Québec", que la unen al partido independentista de esa provincia canadiense. El Gobierno de Canadá protestó oficialmente. Los hinchas de Ségolène han recordado que el general De Gaulle hizo lo mismo con su "¡Viva el Québec libre!". Cierto, pero lo que nadie dice es que entonces el Gobierno canadiense expulsó fulminantemente al general presidente de su territorio, y De Gaulle tuvo que recoger sus trastos y largarse, cabizbajo. Mientras Francia se hunde, el chovinismo francés se aferra a nostalgias imperiales: Québec es suyo, Barcelona es sólo un suburbio de Perpiñán, África sigue siendo colonia suya... Menos mal que consideran que el "País Vasco francés" no es vasco, sino francés. Pero no se fíen. Mañana Ségolène puede perfectamente declarar que ETA es un movimiento de resistencia, tan admirable como Hezbolá, y seguir sonriendo.

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