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Juan Carlos Girauta

Maniobras en la oscuridad

En fin, una gran empresa española privatizada vuelve al sector público... italiano. Tú sí que eres un campeón nacional, Rodríguez.

Qué lejos queda, ay, aquella milmillonaria condonación de deuda, aquel regalo al PSC de Montilla o al Montilla del PSC. Qué lejos los Pactos del Tinell, disparo de salida en la carrera del cambio de régimen: un mismo documento que enlazaba al socialismo del cinturón industrial de Barcelona –media Cataluña– con el independentismo, arrojaba al PP fuera del sistema y decidía que Cataluña iba a tener su gran empresa energética. ¿Quién? Cataluña. Es decir, ellos.

Cuánto ha llovido desde que el patológicamente sincero Maragall vinculara sin disimulo la OPA buena –la de ellos, la de Gas Natural–, con el Estatut de la discordia. Y, sobre todo, cuánto ha subido la cotización del gigante energético español desde que su cabeza gestora esgrimiera la Constitución y se pusiera firme. La tercera parte de la mitad de su valor actual es lo que iba a desembolsar la primera opante, una compañía de dimensiones respetables si se toma aisladamente, pero demasiado enclenque para darse un festín como el de Endesa. La tercera parte de la mitad de su valor actual: unos eurillos que, por lo demás, saldrían de la venta de activos del gigante. Gratis total.

Las columnas de opinión obligan a la elipsis, así que nos llevaremos por delante la parcialidad de la Comisión Nacional de la Energía, las acciones judiciales, la gran mentira del "campeón nacional", las injerencias bananeras del gobierno, su hipoteca evidente, las advertencias de la UE, el honor perdido y recuperado de la CNMV. Nos vamos directamente al final de la historia.

Lo que va a pasar con los intereses de los accionistas lo verán ellos mismos a no tardar en las cotizaciones bursátiles. Que se preparen. El prestigio financiero de España queda al mismo nivel que su política internacional. La prensa extranjera glosa en papel blanco el apoyo de Rodríguez al castrismo y en papel salmón la falta de transparencia y la ausencia de libre competencia en nuestro mercado.

Unas horas antes de que E.On retirara su OPA y se formalizara la decisión de descuartizar al gigante español, el presidente de la CNMV presentó su dimisión, solicitó dar explicaciones ante el legislativo e invocó el código de buen gobierno, lo que es tanto como aludir a problemas éticos. En un país normal, esta extraordinaria coincidencia desataría un terremoto y los fiscales se pondrían las botas. Que aquí no suceda nada parecido ilustra las profundidades a las que se ha despeñado la moral pública.

El gigante español dejará de serlo, y de las concertaciones previas consentidas o animadas por el gobierno nada se sabrá. Pero el alemán, aun retirando sus acciones judiciales para salvar un trozo de la tarta, sigue viendo ilegalidades. En fin, una gran empresa española privatizada vuelve al sector público... italiano. Tú sí que eres un campeón nacional, Rodríguez.

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