La cumbre presidencial en La Moncloa está en todas las portadas y casi todos los editoriales. Y eso que, según Montilla, no hubo acuerdos porque "yo no he venido a eso" sino a hablar de "afectaciones intangibles". En resumidas cuentas se puede decir que la reunión no sirvió para nada, que no se sacó en claro nada que no sepamos ya y que nos espera un nuevo calvario de declaraciones y contradeclaraciones sobre Cataluña y su dichoso Estatut que, si me lo permiten, aburre a un muerto.
Dice El País que la reunión se saldó "con el único mensaje" de que Zapatero asume las "reacciones a la sentencia", pero "más allá, todo fueron incógnitas". "Habrá que esperar a que el Gobierno central y la Generalitat concreten lo que ayer sólo fueron aproximaciones genéricas a un problema que, en efecto, no es solo de Cataluña. Se ha declarado un tiempo muerto, pero aún no se sabe exactamente para qué".
Para ABC todo fueron "mensajes equívocos y promesas vacías". "Zapatero quiere ganar tiempo, calmar las aguas y entretener a los partidos catalanes con medias palabras y ofertas inanes".
El Mundo se queja de que Montilla "fue recibido como si fuera un presidente de Gobierno" y asegura categórico que "difícilmente se pueden decir tantas tonterías en tan pocas palabras" –en lo que nos mostramos totalmente de acuerdo-. "Se ha creado desde hace años una dinámica política por la que los sucesivos gobiernos han ido cediendo al chantaje nacionalista". "Pero lo mas preocupante de lo que sucedió ayer no son las ínfulas y disparates de Montilla, sino la calculada condescendencia de Zapatero, que se prestó a esta falsificación para ganar tiempo". Bueno, bueno, no se prestó, la organizó él.
La Razón también dice que hubo "pocas novedades y varias incertidumbres" y dejó "cierta confusión sobre un futuro que se atisba complejo". José Antonio Vera pone el dedo en la llaga. "No se entiende cómo a Zapatero se le ha escapado de las manos un PSC que González siempre tuvo bajo control". Pues que mire quién cumple años hoy al frente del PSOE y gracias a quién.
Pero lo que me ha llegado al corazón es la llantina de La Vanguardia. "España tiene un problema", dice. El problema se llama "desafección", porque ahora "el 49% de los catalanes son ahora proclives a la independencia" de Cataluña. "La pregunta es si se está a tiempo de revertir la situación", se cuestiona. "Difícilmente", se responde. Porque "la sentencia ha rebasado la línea roja... ha señalado un antes y un después". "De ahí la desafección provocada en Catalunya, por mucha voluntad que se ponga en destacar los aspectos positivos", dice por todo el morro el periódico de Godó. Y es que "la política también se hace con respeto a los sentimientos. Y herirlos, como se ha hecho durante cuatro años es una irresponsabilidad que empezaremos a pagar unos y otros". "La desafección irá a más". Ay qué dolor, qué dolor qué pena.
Público también habla de Zapatero y Montilla pero en portada se centra más en la preocupación de toda España, lo que todo el mundo espera hoy leer. "El ciudadano ejemplar de Rajoy se enfrenta a 15 años de cárcel". Seguro que todos saben a quién se refiere. Hoy sí hay algunas críticas a la idea de Blanco de enviar al Ejército a los aeropuertos. Le llaman el "ministro de Fomento". ¿Nos imaginamos que Esperanza Aguirre hubiera insinuado que el Ejército condujera el Metro? Mejor no, mi mamá me lavaría la boca con jabón por reproducirlo.
El otro tema del día, mucho más veraniego y refrescante es el rifi-rafe entre Soraya y De la Vega ayer en el Congreso. Dice ABC que la portavoz del PP se saltó unos versos cuando le leyó a De la Vega la cartilla de Zorrilla. En concreto los que decían "a las mujeres vendí. Yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo a los claustros escalé". Ay, pícara, picarona.
Ignacio Camacho machaca a De la Vega por utilizar la victoria de la selección. Los políticos "han perdido el oído para escuchar la voz de la calle" y "no se les ocurre otra cosa que tirarse el Mundial a la cabeza", como hizo ayer De la Vega "incapaz de salir del acorralamiento a que la tiene sometida su oponente Soraya Sáenz de Santamaría, un aparente peso pluma que pica como una avispa y pega con pata de mula". Sin embargo, para Martín Ferrand la avispa es la vice. "Eso es retorcer los argumentos y desperdiciar aguijones, cosa que nunca debe hacer una buena avispa".