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LA VOZ LIMPIA DE PROVINCIAS: "¿Qué quieres? ¿Un plasma o un sofá?"

LD (V. G.) Los 3.000 folios desclasificados del sumario Góndola levantan el telón a un sainete de corrupciones de todos los tamaños y calidades. Del privilegio de 7.500 plazas para el constructor amigo, en plena moratoria turística, al menudeo con el propietario de una terraza o el director de una sucursal bancaria, el tocho es mitad compendio de contubernios, mitad comedia costumbrista del nivel moral, psicológico, incluso cultural, de la España de provincias, que es la misma que la de la Corte, pero con más políticos, más funcionarios, más regulaciones y más privilegios para quienes saben sortearlas.
 
Una de las conversaciones telefónicas desclasificadas muestra a un empresario de medio pelo, Juan Álvaro Canales Medina, asesor inmobiliario del alcalde de Mogán, Francisco González, y de la ex concejal Onalia Bueno, ambos del PP, hablando con el director de una oficina bancaria que, supuestamente, le suministra información confidencial sobre algunos clientes a los que luego se ofrece supuestamente, para conseguir favores del alcalde.
 
"Te tengo un plasma de 45", dice sin rodeos el intermediario, acusado de los delitos de malversación, revelación de secretos, alteración de precios para subastas públicas y tráfico de influencias.
 
El director de la oficina bancaria no parece contento: "No, ¿ya lo compraste?", se duele. "Sí", le responde Canales. "Pues sí ya lo compraste, entonces nada", se resigna el bancario. "¿Por qué?", le anima a sincerarse su amigo. "Por si me lo cambiabas por un sofá, que me hace más falta", le dice el sufrido operador. No hay nada que Juan Álvaro Canales Medina, uno de los protagonistas del caso Góndola no pueda resolver: "No hay problema, no hay problema, sí, sí, también el sofá si quieres". Al banquero le puede el pudor: "No, no, coño, no, yo con el sofá...". Y su benefactor le tranquiliza: "A un director de banco como tú... ¡Lo que quieras!"
 
Otro de los pinchazos desclasificados muestra al alcalde impartiendo instrucciones a un mando de la Policía Local.
 
3 de junio de 2006. Se celebra un festival de Jazz en las inmediaciones del puerto deportivo de la conocida como "Venecia de Canarias" –de ahí, el nombre del sumario–.
 
Uno de los patrocinadores del festival es propietario de una terraza y ha sido denunciado por colocar sin autorización mesas en el paseo marítimo. Otras terrazas han seguido su ejemplo y la zona se ha vuelto intransitable para los paseantes. Informado de la situación, el alcalde llama al agente al mando.
 
"Déjalo escapar, tío, que se ha gastado cinco kilos en traer el tema del jazz". El policía, reticente: "Lo que usted ordene, a mí me da igual, pero eso se extiende a todo lo que es el puerto, para que lo sepa (...) Si le da el visto bueno a ésa, se lo tiene que dar a todas, para que lo sepa".
 
El alcalde se cura en salud: "No, yo no voy a dar el visto bueno, simplemente me marcho, ¿me entiendes? No decir ni que sí ni que no, ¿me entiendes?". El policía demanda una indicación más clara por parte de su superior: "¿Qué les digo yo?". El alcalde le saca de dudas: "No les digas nada, mira para otro lado, simplemente".

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