Unos agentes de Policía de la ciudad estadounidense de Plain City en Utah persiguieron a un vehículo que se había saltado varias señales. Pero la sorpresa llegó cuando al bajarse del vehículo el conductor era un niño de siete años que posteriormente salió corriendo.
Al parecer, el niño había cogido el coche de su padre porque no quería ir a la iglesia y recorrió unas dos millas a unos 60 kilómetros por hora perseguido por las sirenas de la policía.
Los agentes no han presentado cargos contra el temerario conductor por su corta edad, pero han pedido a sus padres que escondan las llaves del coche.