Estarán más que justificados la emoción y el júbilo que experimentarán los catalanes racionales cuando por fin se libren de estos depredadores en las elecciones del 21-D.
Mientras que vuelcan sobre España el más agónico de los desprecios (autoritaria, franquista, casposa), juzgan la Antiespaña con una prudencia exquisita.
Su discurso en defensa de la globalización anticipaba que la generalización del sistema de 'laissez faire' traería buenas consecuencias a los más pobres y redundaría en un mundo más próspero y desarrollado. El tiempo ha dado la razón a Norberg.