Con el verano y el calor se convierten en productos de lujo y los ladrones lo saben. Ahora a la alta demanda hay que sumarle la baja producción por la sequía, un cóctel perfecto para los delincuentes en estas plantaciones de Almería. Pero no solo se llevan esta preciada fruta. Algunos agricultores, desesperados, tienen que proteger por sí mismos la cosecha, porque si les roban la maquinaria pueden perderlo absolutamente todo. Otros optan, sin embargo, por cámaras de vigilancia y alarmas que detectan movimientos de intrusos. Y aunque a veces la inversión es importante, cada vez más campesinos que quieren proteger las sandías de las manos de los ladrones.
