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ESTRENO: 13 DE MARZO

Underworld, la rebelión de los licántropos: la simpática rutina de la serie B

La saga Underworld se actualiza retrocediendo al pasado del enfrentamiento entre vampiros y hombres lobo. Lo mejor, el protagonismo de Michael Sheen y Bill Nighy y el espíritu de serie B apañada. Porque lo que es el resto, rutina.

La saga Underworld se actualiza retrocediendo al pasado del enfrentamiento entre vampiros y hombres lobo. Lo mejor, el protagonismo de Michael Sheen y Bill Nighy y el espíritu de serie B apañada. Porque lo que es el resto, rutina.

L D (Juanma González) La larvada guerra entre vampiros y hombres lobo de la serie Underworld retrocede al pasado para narrar los orígenes de tal enfrentamiento en un film que añade a la mezcla la estética sucia del medioevo bárbaro a lo Robert E. Howard y un tono apocalíptico en plan Mad Max. Por el camino hemos admirado honorables sagas como El Señor de los Anillos o Las Crónicas de Narnia que también ponen su grano de arena de cara a justificar un producto ciertamente innecesario.

Las entregas previas de la saga se esforzaban por aportar dignidad al confuso enfrentamiento entre ambas razas de monstruos actualizándola mediante estética gótica y post moderna a lo Matrix. En esta ocasión el invento cede el protagonismo de la curvilínea Kate Beckinsale, lo más recordable de las anteriores, en una historia que necesita no darse importancia para seducir, cosa que no siempre consigue.

Y es que da la impresión de que sus responsables podrían generar una nueva precuela a partir de la propia precuela para explicar todavía más las raíces del puñetero enfrentamiento. Aún así, durante su ajustado metraje el film no llega a molestar debido a su corrección y a su arreglado ritmo, siempre sabiendo que nos movemos bajo las coordenadas de una serie B disfrazada de macroespectáculo de masas.

Porque la rebelión del título se caracteriza simplemente por un devenir eficiente pero absolutamente falto de sorpresas, carente de todo entusiasmo. Aunque lo cierto es que también de pretensiones: en efecto, de Underworld tercera parte no se esperaba nada, de modo que tras la correcta labor de su director, un Patrick Tatopoulos que se estrena en la dirección tras haber creado los efectos especiales de mil y un films, simplemente se esconde un film fantástico y de acción que no pasa de correctito y sin brillo.

Underworld: La rebelión de los licántropos tiene la suerte, eso sí, de contar con la sorprendente presencia de dos actores como Michael Sheen y Bill Nighy. El primero, recién catapultado gracias al relativo éxito de la espléndida El desafío: Frost contra Nixon, otorga algo de entusiasmo y convicción al desdibujado héroe de la función, un hombre lobo pretendidamente ambiguo y oscuro integrado en el grupo contrario. Por su parte, Nighy realiza otra de sus excesivas y pintorescas composiciones como el patriarca chupa sangre, emborronado, eso sí, por un personaje típico y difuso que los responsables del film se toman demasiado en serio, al igual que la propia trama.

En definitiva, Underworld trata de aportar una limitada dosis de espectáculo, pero este carece de toda épica, y un romance telegrafiado que adolece de cualquier sentimiento. Tampoco es convincente como cine de terror, y sólo nos queda el consuelo de las simpatías que esta serie B estrenada con honores de gran producción pueda despertar en el espectador poco exigente.

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