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España elige nuevo gobierno, pero no es hora de echarse la siesta

El presidente entrante ha sido, al menos, honesto con los votantes: les ha dicho a los españoles que no hay cura milagrosa para sus problemas y que hay que prepararse para tiempos difíciles.

España contará con un nuevo gobierno a tiempo para Navidad y, a diferencia del de Grecia e Italia, el gobierno de Madrid será uno elegido democráticamente.

El partido de centro-derecha de Mariano Rajoy, el Partido Popular, obtuvo mayoría absoluta en las elecciones de ayer y, el 22 de diciembre, tendrá 186 de los 350 escaños en la Cámara baja del Parlamento español. Lo que es menos seguro, sin embargo, es si España podrá aguantar tanto tiempo sin acabar en el camino de sus países vecinos del sur, Grecia y Portugal, y sin necesitar un rescate.

La situación económica de España es peligrosa. El desempleo está en el 21,52% y el desempleo juvenil es del 46%. De hecho, España tiene el desempleo más alto de Europa. Los impuestos son demasiado altos y los pequeños negocios sufren un exceso de regulación. Los bancos tienen miles de millones en activos tóxicos y la economía ha experimentado un crecimiento cero en los últimos tres meses.

El presidente entrante ha sido, al menos, honesto con los votantes: les ha dicho a los españoles que no hay cura milagrosa para sus problemas y que hay que prepararse para tiempos difíciles. Aunque Rajoy ha sido poco preciso acerca de los detalles de su plan de austeridad económica, ha prometido bajar los impuestos a los pequeños negocios y facilitar el contrato y el despido. Pero eso es sólo el comienzo (aunque sea uno bueno).

Aunque hacen falta desesperadamente reformas estructurales, Madrid no puede controlar en términos generales el destino del euro, y este experimento político se está desmoronando a la velocidad del rayo. Los líderes europeos buscan desesperadamente nuevas formas de mantener unida la eurozona, pero el crecimiento del PIB se mantiene estancado en toda Europa y una crisis de confianza está barriendo toda la zona euro.

Todos los jefes de gobierno del grupo de los llamados PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) han perdido el poder desde el inicio de la crisis de la deuda en la eurozona, algunos democráticamente y otros por imposición de Bruselas. De hecho, los únicos ganadores de esta crisis parecen ser las elites de la Unión Europea que creen que la soberanía nacional debe ser una cosa del pasado. La revelación de que el presupuesto de Irlanda fue examinado por el Parlamento alemán antes de que los parlamentarios irlandeses hubiesen visto siquiera una copia es un ejemplo impresionante de cómo se ha socavado a los gobiernos nacionales en Europa.

Rajoy tiene un camino difícil por delante, pero si quiere tener alguna posibilidad de resolver los problemas económicos de España, deberá tomarse en serio su mandato democrático. Los socialistas fueron humillados en estas elecciones cosechando su peor resultado desde que en 1975 se reinstaurara la democracia en España. En toda Europa, ha ido cayendo un gobierno tras otro mientras los votantes huyen de las políticas probadas y fracasadas que Bruselas les ha impuesto durante esta crisis y que los gobiernos han implementado dócilmente con pocas protestas de por medio.

La administración Obama debería apoyar los principios de soberanía nacional y democracia en Europa en la formulación de sus recomendaciones para las políticas económicas y fiscales europeas. Washington no debería exhortar a la Unión Europea a buscar una mayor integración política y fiscal entre los Estados miembros de la eurozona, sino a respetar a los electores de Europa que están exigiendo, cada vez más, un retorno a políticas económicas conservadoras y clamando por una mayor soberanía nacional.

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