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Botiquín de viaje

Preparar con cuidado el botiquín de viaje es esencial para evitar posibles problemas de salud leves, desde quemaduras, picaduras de insectos y mareos hasta diarreas e insolaciones.

Nuestro farmacéutico es el profesional sanitario más cercano para aconsejarnos sobre el contenido del botiquín de viaje, que sólo nos será útil si sabemos lo que se busca y se encuentra fácilmente.

Debe ser ligero y resistente y, al igual que en casa, hay que tenerlo en un sitio fresco, seco y preservado de la luz y el sol. Puede incluir un manual de primeros auxilios y hay que verificar la caducidad y buen estado de los medicamentos, material de cura y accesorios del botiquín casero.

Los medicamentos deben guardarse en sus envases originales, con su prospecto, fecha de caducidad y número del lote.

Como norma general, un botiquín de viaje debe incluir productos para el estreñimiento (laxante); diarrea (antidiarreico), mareo cinético (se administran en comprimidos, chicles, jarabe o supositorios), trastornos gástricos (antiácido), alergias (antialérgico/antihistamínico), quemaduras solares (fotoprotector), resfriado común (analgésico), fiebre (antitérmico), problemas oculares (colirios).

También llevaremos un antiinflamatorio, un termómetro, un repelente de insectos y la medicación habitual en cantidad suficiente, repartida entre la maleta y el bolso de mano. 

Como material de cura incluiremos algodón, gasa estéril, tiritas, vendas, esparadrapo, suturas quirúrgicas y una cinta de goma, así como solución salina y algún antiséptico para limpiar heridas, que puede ser agua oxigenada.

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