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Egmasa, una empresa pública con sindicato oficial, 6

Una empresa desde la que se controla todo el sector agrario-forestal andaluz, pueblo a pueblo y alcalde a alcalde.

La sospecha del "dedismo salvaje", o sea, la voluntad de meter a familiares, coafiliados políticos o amiguetes en las empresas públicas u otros estamentos o inventos de la Administración Pública, es intensa, creciente y justificada. Se dirá que es que le tenemos manía al PSOE andaluz, que otros partidos hacen lo mismo o lo intentan, que en otras comunidades pasa algo parecido pero con siglas distintas. Bien. Puede ser. Pues que se hagan buenas investigaciones y se demuestre. De ser cierto, quizás deberíamos meditar sobre lo que sería una perversión de los partidos en España. De no serlo, la perversión sólo alcanzaría a quien lo haya consumado.

Nosotros, a lo nuestro, a nuestra tela de araña andaluza. Hemos afirmado que tenemos la sospecha de que en Egmasa y, en general, en las empresas públicas andaluzas, se ha producido un dedismo sistemático. Veamos por qué.

EGMASA, DAPSA (Empresa Pública de Desarrollo Agrícola y Pesquero), VEIASA ( Verificaciones Industriales de Andalucía, SA) y la Empresa Pública de Gestión de Programas y Actividades Culturales son las cuatro empresas públicas más importantes de Andalucía en términos de personal. Entre ellas suman nada menos que 8.642 trabajadores, más del 43 por ciento del total. Si les añadimos las tres siguientes, la Empresa Pública Hospital del Bajo Guadalquivir, la Empresa Pública Hospital del Poniente de Almería y la Empresa Pública Sanitaria del Alto Guadalquivir, podemos afirmar que entre las siete primeras empresas públicas andaluzas suman 12.837 trabajadores, el 65 por ciento del total de las empresas públicas dependientes de la Junta de Andalucía en 2007.

Pues bien, los informes que la Cámara de Cuentas ha realizado sobre algunas de ellas arrojan un resultado desalentador para los comportamientos democráticos y regulares.

Sobre Egmasa, la Cámara de Cuentas, en su informe de fiscalización sobre 1998-99, el único realizado sobre ella hasta la fecha, apuntaba las siguientes cosas:

  • “De 49 expedientes de personal analizados, no consta el título académico en un 80% de los casos en los que es exigible para el desempeño de los puestos de trabajo.”
  • “La Compañía no tiene una plantilla orgánica”
  • Suelen producirse aumentos de plantilla por encima de lo previsto En 1997, aumentó más de un 30 por ciento y en 1999, más del 15 por ciento.
  • “No ha existido un control normalizado y permanente de presencia y asistencia (jornadas, absentismo, horas extraordinarias, etc.) del personal de Ingeniería, Obras y Servicios. En Servicios Centrales, si bien existe el medio de control de entradas y salidas (reloj), éste no fue aplicado de manera continua, confiándose en los responsables directos la vigilancia del cumplimiento de la jornada y del nivel de absentismo. Pese a ello, no existe constancia de los mencionados controles”.

Eso sí, la Cámara de Cuentas que dirige con solvencia y autoridad nada habituales el catedrático jerezano Rafael Navas, advierte que para hacer este estudio fiscalizador ni si quiera le dieron los datos que exigió legalmente. Lo dice así: 

"II.3 LIMITACIONES 14.

El desarrollo de los trabajos se ha visto limitado al no estar disponible en la compañía un adecuado programa o documento que, por división o área de actividad, contenga claramente definidos, de manera cuantitativa y cualitativa, los objetivos a conseguir, con expresión de las actividades necesarias para su consecución, los recursos humanos y materiales previstos y coste de los mismos, así como las magnitudes de carácter económico y monetario e indicadores necesarios para su medición. Este hecho ha impedido concluir sobre aspectos que evalúan la eficacia y eficiencia de la gestión desarrollada por la entidad durante el ejercicio 1998/99”.

Además, este dedismo no se limita a la colocación de personal, sino a la contratación de empresas afines, amigas, de correligionarios o de quienes favorecen más a la empresa o a sus directivos. Cada cual que imagine los casos que quiera.

Aunque hay una Ley, la Ley 13/1995, de 18 de mayo, de Contratos de las Administraciones Públicas, que establece en su disposición adicional sexta: “Las sociedades mercantiles en cuyo capital sea mayoritaria la participación directa o indirecta de las Administraciones Públicas o de sus Organismos Autónomos, o Entidades de Derecho Público, se ajustarán en su actividad contractual a los principios de publicidad y concurrencia, salvo que la naturaleza de las operaciones a realizar sea incompatible con estos principios”, Egmasa fue y elaboró una norma propia admitiendo excepciones a la publicidad y concurrencia basándose en criterios más permisivos que los contenidos en la Ley. Es decir, se montó "otra ley" para favorecer a los "afines".

Pero incluso esta norma se la saltó en el 60 por ciento de los expedientes analizados por la Cámara de Cuentas. “Dedismo” a gogó. Egmasa, según el órgano fiscalizador, ha hecho probablemente, si extrapolamos el estudio de la Cámara, la mayoría de sus contratos sin la existencia de publicidad y concurrencia. O sea, a dedo.

Por si fuera poco, desarrollaba actividades para las que no tenía la antigua Licencia de Actividades. Recordemos que es una empresa pública y que en ella manda la Junta de Andalucía. Construcción, reparación y todo tipo de obras, comercio al por menor, alojamientos turísticos, formación, edición y venta de publicaciones, vigilancia ecológica y comercio al por mayor de carne. Todo esto hacía sin permiso legal. Tampoco tenía licencia de apertura en todos sus establecimientos y oficinas. Ni siquiera tenía un inventario físico de su inmovilizado por lo que no podía saber ni los bienes que tenía, ni dónde los tenía ni en qué situación se hallaban.

Hay más, mucho más, pero, en fin, baste por ahora este dechado de virtudes de gestión con dinero que es público, o sea, del público. ¿Le puede extrañar a alguien que tengamos las sospechas que tenemos sobre cómo ha entrado el personal en Egmasa desde su constitución? ¿Qué sorpresa puede haber en colegir que si El País afirmó que UGT cuenta con el 70 por ciento de afiliación en Egmasa eso se debe a que su trabajadores han procedido, por rigurosa selección, eso sí, de dentro de la propia UGT? De no haber sido sí habría que suponer la existencia de un milagro por el cual un trabajador cualquiera que obtiene plaza en EGMASA  se convierte y abraza la fe ugetista de manera inmediata y sin agua bendita ni ná de ná.
 
Dicen que por las esquinas andaluzas del régimen se canta este romancillo popular:

Van y vienen "colocados".
Van y vienen "colocadas".
Los cogimos in fraganti
CON LAS MANOS EN EGMASA.

Altos cargos de la Junta
hicieron de ella su casa.
Los cogimos in fraganti
CON LAS MANOS EN EGMASA.

La UGT de Andalucía
se APROVECHA de sus plazas.
La cogimos in fraganti
CON LAS MANOS EN EGMASA.

De ella salen muchos hilos
de la gran tela de araña.
Los cogimos in fraganti
CON LAS MANOS EN EGMASA.

Familias con overbooking,
todas ellas afiliadas.
Las cogimos in fraganti
CON LAS MANOS EN EGMASA.

¿Qué le pasa a Andalucía?
Ya sabréis lo que pasa.
Que el régimen se lo monta
como lo monta en Egmasa.
Y que así no hay quien se atreva
a reclamar la alternancia.

Todos ellos colocados.
Todas ellas colocadas.
No importa si todos viven
CON LAS MANOS EN EGMASA

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