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Las discográficas de Canadá se enfrentan a una demanda de 6.000 millones de dólares

Según The Toronto Star la industria discográfica canadiense ha sido demandada por utilizar 300.000 canciones sin autorización previa ni pagar a sus autores desde la década de los 80. Mientras, irónicamente las discográficas continúan demandando a ciudadanos por las descargas "ilegales" de música

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En Canadá se ha dado la vuelta a la tortilla. La industria discográfica no tendrá más remedio que posponer sus demandas contra usuarios por descargarse música ilegalmente, para centrarse en el mayor pleito contra empresas discográficas de todo el mundo.  

Una demanda colectiva, que según publica Michael Geist en The Toronto Star les exige 6.000 millones de dólares a gigantes como Sony BMG Music Canadá, EMI Music Canadá, Universal Music Canda, y Warner Music Canadá.

Por lo que se deduce de la demanda, y de las declaraciones de las discográficas, existen fuertes evidencias contra los acusados, que habrían accedido a cerrar un trato por 50 millones de dólares en daños y perjuicios. The Toronto Star señala que por el momento se han contabilizado unas 300.000 infracciones, pero a estas se unirán aún más que están por comprobar.

Esta dejación de las responsabilidades parece ser una práctica de larga estela en la industria canadiense, que la demanda describe como "explote ahora, pague después, en todo caso". Los sellos discográficos incluyen canciones en discos de recopilaciones, o de directos, pero no obtienen la licencia de derechos de autor necesaria, a pesar de lo cual lo distribuyen y venden, quedándose con el beneficio absoluto de las ventas.

Estos nombres de las canciones se colocan en una especie de "lista de espera", lo que deja pendiente de pago la cuenta con los autores. Esta lista se remonta a la década de los 80, cuando Canadá cambió su ley de derechos de autor, sustituyendo este sistema por una licencia obligatoria que introdujo la autorización específica de cada canción para cada uso.

Pero no pagó ni ningún derecho de autor de los que debía desde 1980. La deuda continuó ascendiendo, y nadie compensó a esos autores.

 

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