La película de Steve Soderbergh, estrenada el año 2000, cuenta la historia del histórico acuerdo que se alcanzó en 1996 entre la empresa Pacific Gas & Electric y más de 600 residentes del pueblo californiano de Hinkley, donde la compañía contaminó accidentalmente los depósitos subterráneos de agua con cromo hexavalente, y con él las fuentes de agua potable de una parte de esta desértica localidad.
El problema, que ya fue denunciado en el estreno de la película, es que las concentraciones del cancerígeno en el agua estaban varios órdenes de magnitud por debajo del necesario para producir enfermedades cuando se experimenta con animales, además de que la ciencia no ha encontrado que la sustancia sea particularmente letal cuando se ingiere disuelta en agua.
Ahora, un estudio epidemiológico ha encontrado que en el periodo en que teóricamente debería haberse encontrado una mayor prevalencia de cáncer en Hinkley, entre los años 1988 y 2008, la tasa de cáncer ha sido incluso levemente inferior a la normal, según informa el blog Barcepundit. El epidemiólogo John W. Morgan explica que se ha informado de 196 casos de cáncer durante esos años en la localidad californiana, cuando la media esperada dadas las características demográficas del lugar hubiera sido de 224.