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Koplowitz, FG, Alierta o Borja Prado, los ministros virtuales de Rajoy

ABC hace un ejercicio de política ficción y trata de averiguar qué pasaría si el PP nombrara ministros a Esther Koplowitz, César Alierta o Borja Prado...

Todos ellos son, según el diario, empresarios de primera y no les falta conocimiento en diversas áreas especializadas. En España todavía se es reticente a traer gente del mundo empresarial al político, pese a que en otros países europeos es moneda corriente. Rajoy lo hizo con Manuel Pizarro, y eso le reportó numerosos ataques; o el caso de Barack Obama, que nombró asesor económico al consejero delegado de General Electric.

¿Esther Koplowitz en Fomento? ¿El presidente del BBVA, Francisco González, en Economía? ¿Borja Prado, presidente de Endesa, como ministro de Ciencia? ¿César Alierta, de Telefónica, con la cartera de Industria?

Entre las ventajas de esta filosofía está el hecho de que el empresario que decide dar el salto a la política no lo hace por motivos económicos, según este diario. En el mejor de los casos, dice ABC, su sueldo se vería reducido a 80.000 euros brutos anuales. Un directivo de una empresa mediana gana más que un ministro. Tampoco puede ser el prestigio, puesto que el vapuleo y desprestigio actual de la clase política. La motivación, pues, sólo puede ser otra, la vocación de servicio público en un momento de dificultad.

Porque, además, el camino de vuelta al mundo empresarial tras la política tampoco es fácil. Existe una estricta ley de incompatibilidades "tan dura que a un empresario se le hace muy difícil estar en política. Cuando quiere salir se encuentra con tal cantidad de incompatibilidades que le será muy complicado realizar una actividad empresarial. Es un ley que hace muy difícil la entrada y salida de la política". Son palabras de Jorge Fernández Díaz, vicepresidente del Congreso y diputado del PP, en ABC.

Para Antonio Núñez, director de Programas de Gestión Pública del IESE, "los buenos líderes empresariales se mueven principalmente por un proyecto ilusionante". El ideal americano de servir al país durante un tiempo desde la política se encuentra en gente muy valiosa del mundo empresarial.

Jesús Quijano es portavoz del Grupo Socialista en la Comisión Constitucional y catedrático de derecho. En 1974 se afilió al PSOE y, pese a poder vivir holgadamente de lo demás, ha prevalecido su vocación de servidor público. También ve "positivo" que la política se abra al ámbito de la empresa. "Cuanta más intercomunicación haya entre la política y la sociedad, mejor, es bueno para aprovechar la experiencia, la competencia y la cualificación de muchas personas".

Quijano cree que si esto no pasa en España es por la estructura de los propios partidos y también por la mala imagen de los políticos. En el barómetro del CIS de diciembre los españoles lo situaron como el tercer problema del país. "Hay empresarios que estarían dispuestos a dar el paso, pero se resisten porque dicen: ¿qué va a pensar de mí en mi entorno? Que he ido a buscar algo, que tengo no sé qué intereses oscuros, y cuando vuelva, van a pasar de mí...".

Jorge Fernández Diaz señala además que la cultura anglosajona es distinta a la española. El sistema español se basa en las listas electorales cerradas y no favorece la entrada de empresarios. La disciplina de los partidos no encaja con el perfil de un empresario acostumbrado a mandar y diseñar estrategias por sí mismo.

Núñez añade que los criterios de éxito son distintos en ambos mundos. "Nos topamos con la realidad de la partitocracia versus laa meritocracia que impera en el mundo empresarial".

El tema de los privilegios de los diputados tampoco ha contribuido a mejorar la percepción pública. Fernández Díaz ve "empobrecedor" que se establezca una "presunción de culpabilidad" sobre una supuesta casta política privilegiada.

Según Quijano, algunos que dan el perfil de dicho salto son Emilio Ontiveros y Manuel Pizarro. El segundo ya lo dejó todo por la política y salió totalmente desaprovechado por culpa de Mariano Rajoy. Era uno de esos diputados que asistían al os plenos con regularidad y cumplía a rajatabla sus compromisos, pero su papel no dejaba de ser secundario y decidió renunciar. "Al final, es muy difícil que sienta la más mínima tentación de entrar en política". También señalan excelentes ministros de economía como fueron Rodrigo Rato y Cristóbal Montoro, que "no eran empresarios", dice Fernández Díaz.

En todo caso, el que decida dar el salto a la política tendrá, según ABC, no sólo tendrá que vencer y convencer con sus medidas, sino que estar dispuesto a soportar que al opinión pública le critique, aceptar la dura disciplina de partido y asimilar una ley de incompatibilidades que dificultará su regreso al mundo empresarial.

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