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¿Paz o victoria?

España necesita un debate serio y profundo sobre qué hace en Afganistán, sus misiones, los medios para cumplirlas y sobre qué Afganistán se quiere lograr con nuestro esfuerzo y el sacrificio de nuestros hombres y mujeres en uniforme.

Cuando uno prefiere la paz a la victoria suele ocurrir que ni tiene paz ni victoria. Eso es precisamente lo que está sucediendo en Afganistán. La estrategia de Obama, tan velozmente secundada por Rodríguez Zapatero y su ministra de Defensa, al hacer hincapié en su transitoriedad, esto es, al ponerle fecha fija de salida de las tropas, lo que está logrando ahora es un envalentonamiento de los talibán y yihadistas. Si tienen paciencia, saben que ganan; si aceleran sus ataques, creen que podrán con la escasa voluntad de los políticos.

En el caso español eso es patente. Se aumentan las tropas sin consideración con la misión, sólo los ojos puestos en una foto con el presidente norteamericano. Y aún peor, se juega con la seguridad cotidiana de nuestros militares, mal equipados y peor autorizados para hacerse valer en la situación hostil que les rodea.

Por ejemplo, ya es vox populi que los BMR, los famosos blindados de ocho ruedas utilizados por nuestras patrullas, son altamente vulnerables a las minas. El último trágico acontecimiento, hoy mismo. Pero no importa, el Ministerio de Defensa dice tener sustitutos, los blindados RG 31 teóricamente, según los voceros oficiales, capaces de proteger a los soldados de minas anticarro. Y en parte es cierto, Defensa ha tenido que modificarlos, ya que venían sin suficiente blindaje, y se les ha protegido especialmente en los bajos. Pero nada se ha hecho en los laterales. Teniendo en cuenta que presenta un perfil más elevado, no se debería descartar que los próximos ataques se centren en lanzar granadas con RPG contra, precisamente, los lados del vehículo. No en balde, la guerrilla afgana es una de las más rápidas en cambiar de táctica y ha sido capaz de sorprender a los aliados con el paso del tiempo.

Las autoridades civiles y militares del Ministerio de Defensa deberían hablar con mayor humildad y sinceridad. La alternativa es que la ministra se desplace a recoger cadáveres en Afganistán cada vez más frecuentemente. Pero eso no ayudará ni a las víctimas y sus familiares, ni a los que allí están desplegados, ni a los afganos.

España necesita un debate serio y profundo sobre qué hace en Afganistán, sus misiones, los medios para cumplirlas y sobre qué Afganistán se quiere lograr con nuestro esfuerzo y el sacrificio de nuestros hombres y mujeres en uniforme.

A estas alturas, Carmen Chacón ya debería saber que con la vida de los demás no se debe jugar. Más de una manera tan aparentemente caprichosa como indican los vaivenes estratégicos de su jefe.

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