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La política exterior en Blanco

Si ahora recibimos llamadas desde la Casa Blanca o misivas desde Berlín no es por los éxitos diplomáticos de este Gobierno, sino porque los socialistas han hecho de España un problema grave para nosotros y los demás.

Muy mal le van las cosa a los socialistas de Zapatero si para intentar minimizar el varapalo electoral que les espera deben recurrir otra vez a Aznar y a la guerra de Irak, tal como ha hecho Pepiño Blanco este fin de semana para deslegitimar el esbozo de política exterior realizado por el responsable del PP en esa materia, Jorge Moragas, en El País.

No sólo la visión exterior de Blanco está en blanco, porque no añade nada a lo que conocemos del zapaterismo, sino que omite descaradamente los supuestos "logros exteriores de todos estos ocho años de ZP".

Para empezar, por ejemplo, aquello de las guerras buenas y las guerras malas y la infinita ansia de paz con la que llegó a La Moncloa. No es únicamente que saliera huyendo de Irak, con todo lo que le costó a España aquel capricho, por la forma y por el fondo, sino que tras ocho años de escalada española en Afganistán, aquella guerra se está a un tris de perderse. Por no hablar de pacifismo genético de ZP. Nunca antes tuvo España tantos soldados en operaciones en el extranjero. ¿Ya no se acuerda Blanco de que hubo que modificar en el Congreso el límite fijado por ley a la presencia militar española en el exterior para acomodarlo mías guerras de ZP?

Y qué decir de la legalidad de nuestras intervenciones militares. Por ejemplo, en Libia, donde el Gobierno se ha pasado por el forro la resolución de la ONU, participando en una larga, aunque nunca declarada, cacería de Gadafi. ¿No ha dado apoyo activo este Gobierno a bombardeos, como ahora podemos ver, contra instalaciones civiles sólo porque pertenecían a los hijos del dictador libio, aún en contra de una ONU que no buscaba el cambio de régimen sino evitar una supuesta masacre de rebeldes?

El señor Blanco pocas lecciones puede dar. Por ejemplo, con aquello de volver al corazón de Europa. Su jefe se lo ha tomado tan en serio, que ahora quien nos gobierna no es él sino la canciller alemana, Angela Merkel (por el bien de todos los españoles, hay que decir). Es como si para Zapatero España fuera un problema cuya solución pasa por borra todo atisbo de identidad y soberanía nacional. Como cuando como ministro de Defensa, José Bono borró "nacional" de la Ley de Defensa, para confundir aún más lo que se debió defender. Si ahora recibimos llamadas desde la Casa Blanca o misivas desde Berlín no es por los éxitos diplomáticos de este Gobierno, sino porque los socialistas han hecho de España un problema grave para nosotros y los demás.

No hay continente en donde no haya fracasado la acción exterior de Zapatero. Se mire por donde se mire. La niña bonita, la famosa "alianza de civilizaciones", ha llevado a nuestro principal socio en dicha aventura a alejarse de la civilización, pues la Turquía de Erdogan no ha hecho sino avanzar en la dirección contraria, la del islamismo. No en balde está más lejos de la UE que nunca. Pero es como introductor, ZP no podía dar más de sí.

Y a pesar de todo ello, Pepiño Blanco, ese gran estadista, ese Metternich post-moderno, pretende darnos lecciones a los españoles de lo bien que ha hecho su jefe de espadas y lo mal que lo hicieron sus antecesores. Una auténtica pena que no anuncie, como muchos de sus colegas, que se retira de la política para siempre jamás. No nos lo merecemos.

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