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Jake Sandoval

La monarquía de la M-40

Cuando don Juan Carlos fue coronado rey, su gran apuesta fue convertirse en un rey moderno y deportista: una corona de polo Lacoste que viste de sport.

Santander es la ciudad que conserva mejor la esencia de Alfonso XIII. La península de la Magdalena con su palacio, sus caballerizas y sus canchas de polo fueron la única casa que estrenó el monarca con su familia. Además él -que era un Rey deportista- impulsó la creación de un club de tenis, uno marítimo y otro de golf, todo ello bajo el paraguas de su vieja guardia y de las fuerzas vivas de la ciudad. La decadencia norteña hace que todo siga a día de hoy muy bien conservado.
 
Miguel Maura, en su libro Así cayó Alfonso XIII (1962), da tres consejos a un futuro rey de España: no residir en el Palacio Real, que es un palacio maldito como Versalles y que debería de ser un museo; tratarse con las clases medias, que son la verdadera columna vertebral del país y no con la "gente bien", y por último no deshacer del todo las maletas...
 
Cuando don Juan Carlos, después de un largo y difícil camino, es por fin coronado Rey de España, tiene libertad absoluta para organizar su Casa. Su gran apuesta es la de convertirse en un rey moderno y deportista, e implanta una corona de polo Lacoste que viste de sport, en clara contraposición a la monarquía de su abuelo Alfonso XIII y la británica más de etiqueta, tweed y blazer cruzada.
 
En vez de arreglarse un ala del Palacio Real, haber dispuesto de La Granja o Riofrío para pasar los fines de semana, y procurar que don Juan vendiera la Magdalena a Patrimonio Nacional y no al Ayuntamiento de Santander, se intentó configurar como una monarquía de la M-40*, como él mismo lo reconoce en el libro de conversaciones con Vilallonga: "Quería seguir viviendo en un chalet en el Pardo y haciendo una vida normal". Una familia modélica con hijos guapos a la que le van bien las cosas, que pasa los veranos en un barco en Palma, las navidades en Baqueira y da libertad a sus hijos para salir con sus compañeros de trabajo y universidad. Un poco el sueño español de los 70´s y 80´s.
 
Hoy, cuando desgraciadamente el tiempo ha dado perspectiva y los periódicos de ayer muestran fotos descoloridas, vuelves a contemplar Santander y ese Palacio como metáfora de lo que fue. No puedes sino reflexionar sobre si ha servido ese efecto modernizador para algo. No es difícil imaginar como Carlos de Inglaterra disfrutaría de la Magdalena, jugaría al polo en esas canchas, saldría a vela en un barco de su abuelo a última hora de la tarde, y pasearía por el valle del Pas charlando animadamente sobre las vacas con los pasiegos sin pretender ser otra cosa distinta de lo que es.
 
*La generación de mi abuelo se refería a la M-20 cómo el Madrid que conocían ellos (el de las rondas), y M-10 como el de Alfonso XIII (los bulevares). Una vez que se construyó la M-30 y ya luego la M-40, para ellos la ciudad se convirtió en algo inmanejable, cuando antes era una ciudad pequeña donde conocían el nombre de todas las calles.

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