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Cincuenta años de la proclamación de Juan Carlos I: de la soledad internacional a las notables ausencias

El 22 de noviembre de 1975, Juan Carlos I fue proclamado Rey, entre delegaciones internacionales dispares y un recibimiento frío.

Congreso de los Diputados

A las 12:35 del sábado 22 de noviembre de 1975, dos días después de la muerte de Francisco Franco, el príncipe de España, Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, prestó juramento en las Cortes Generales como Rey de España.

El presidente del Consejo de Regencia, Alejandro Rodríguez de Valcárcel, a su vez presidente del Consejo del Reino y de las Cortes Españolas, leyó la fórmula de juramento que Don Juan Carlos, con la mano derecha extendida sobre los Evangelios, repitió: "Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las leyes fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios que informan el movimiento nacional". Seguidamente, el presidente de las Cortes proclamó con la voz quebrada "¡Viva España, viva el Rey!", a lo que las más de mil personas que se encontraban en el hemiciclo respondieron "¡Viva!" mientras sonaban los acordes del himno nacional. Como curiosidad, Juan Carlos I juró sobre los mismos Evangelios que juraron la reina María Cristina y Alfonso XIII.

Entre aquellos asistentes, además de los procuradores y consejeros del Reino, hubo presencias destacadas y otras grandes ausencias. Para empezar, el nuevo Rey quiso estar acompañado de su mujer, la Reina Sofía, las infantas Elena y Cristina y el príncipe Felipe en el estrado. Un estrado en el que, además del presidente Rodríguez de Valcárcel se encontraban también monseñor Pedro Cantero Cuadrado, el teniente general Ángel Salas Larrazábal, y los colaboradores más cercanos del nuevo monarca: el Jefe de la Casa, Nicolás Cotoner y Cotoner, Marqués de Mondéjar, el general Alfonso Armada o el diplomático y secretario, José Joaquín Puig de la Bellacasa.

Para el evento se dispusieron de varias tribunas para los familiares, invitados y delegaciones internacionales. Uno de los primeros en llegar fue José María Pemán, que ocupó la tribuna de prensa. En la tribuna central, se situaron los Marqueses de Villaverde, Cristóbal Martínez-Bordiú y Carmen Franco Polo, vestida de luto, que tuvo un lugar destacado al lado de la infanta Pilar y la infanta Margarita, hermanas del nuevo Rey, vestidas con trajes largos de color blanco y malva respectivamente, acompañadas de sus esposos Luis Gómez-Acebo y Carlos Zurita. También estaban la princesa Irene de Grecia, Gonzalo de Borbón, y los nietos de Franco, Mariola con su marido Rafael Ardid, Francisco, Merry y Cristóbal.

En el palco de la derecha, Constantino y Ana María de Grecia, la infanta Alicia de Borbón-Parma, el Infante Carlos de Borbón Dos-Sicilias y su mujer, la princesa Ana, duques de Calabria o la duquesa de Alba. En otro palco, a la izquierda, Alfonso de Borbón Dampierre y Carmen Martínez-Bordiú Franco, duques de Cádiz, junto al General Augusto Pinochet, Luis Alfonso y Marisol de Baviera o la duquesa de Carrero Blanco. En otra tribuna reservada, el vicepresidente de los EEUU, Nelson Rockefeller compartió espacio con el rey Hussein de Jordania; el príncipe Rainiero de Mónaco; el príncipe Abdul Reza Pahlavi, hermano del sha de Persia; o Frey Angelo de Mojana di Cologna, Gran Maestre de la Orden de Malta; Imelda Marcos, mujer del presidente de Filipinas Ferdinand Marcos. Las ausencias más notables fueron los padres del nuevo Rey, Don Juan y Doña María de las Mercedes.

La presencia de Casas Reales y de potencias europeas fue más bien escasa, probablemente porque la invitación a la proclamación de Juan Carlos I también incluía la del funeral de Francisco Franco, que se celebraba al día siguiente y que muchos no quisieron aceptar. Asimismo, muchos países europeos no querían ni coincidir ni compartir evento con Augusto Pinochet. El trabajo diplomático desarrollado desde Zarzuela fue notorio al igual que el escaso apoyo recibido desde la presidencia del Gobierno, que ocasionó que el propio Juan Carlos tuviera que recoger, incluso despedir personalmente a algunos invitados internacionales que acudieron a su proclamación en el aeropuerto.

Los atributos reales de la proclamación de Juan Carlos I

Juan Carlos I fue proclamado Rey vistiendo el uniforme de Capitán General, la banda y cruz de la Orden de Carlos III, la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco y la Insigne Orden del Toisón de Oro en el cuello. A la derecha del Rey, se dispuso un cojín de terciopelo rojo con brocado que tenía los atributos reales: una corona de oro repujado con una cruz en su parte superior y un cetro de plata labrada con empuñadura de cristal de roca que se conservan en el Palacio Real. Su discurso, en el que expresó su voluntad de ser el Rey de todos los españoles, fue retransmitido por TVE y se calcula que lo vieron más de 300 millones de personas en todo el mundo.

Las cosas comenzaron a cambiar una vez enterrado Franco, el 23 de noviembre. Fue entonces cuando llegaron a Zarzuela los primeros telegramas de felicitación al nuevo monarca, entre ellos el del presidente de EEUU, Gerald Ford, de Hassan II de Marruecos o del papa Pablo VI.

Para el 27 de noviembre, se realizó una misa solemne en la Iglesia de San Jerónimo el Real, que fue oficiada por el Cardenal Vicente Enrique y Tarancón, Arzobispo de la Diócesis de Madrid-Alcalá. Después de la misa, se celebró un banquete en el Palacio Real. Desde Zarzuela se hicieron gestiones para que la presencia internacional fuera más notable con respecto a la proclamación en las Cortes, tan solo 5 días antes.

Asistieron el presidente francés Valery Giscard d'Estaing, el primer presidente de Francia en visitar nuestro país desde 1914; el presidente de la RFA Walter Scheel acompañado del vicecanciller y ministro de Asuntos Exteriores, Hans Dietrich Genscher; el presidente de Irlanda Cearbhall O'Dalaigh; el príncipe Felipe, duque de Edimburgo; los príncipes Rainiero y Gracia de Mónaco; el príncipe heredero Hans Adam de Liechtenstein; el príncipe heredero Enrique de Luxemburgo; el príncipe Alberto de Lieja, el príncipe heredero Moulay Mohamed de Marruecos, el príncipe Bertil de Suecia, o Abdallah Ben Abdul Aziz hermano del rey de Arabia Saudí, entre otros. Ni Holanda, ni Italia ni Dinamarca enviaron ninguna delegación ni representante.

A la conclusión del almuerzo, Don Juan Carlos comentó ante las delegaciones extranjeras: "En esta nueva etapa, España desea mantener las relaciones más estrechas con todos los países, en bien de la paz y el mejor entendimiento entre todas las naciones".

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