Al final Borja y Blanca no han dado la campanada y han evitado pasarse por la fiesta de celebración del 20 aniversario del Museo Thyssen, a la que sí han acudido los Reyes. Juntos. Y también la infanta Pilar, que, al parecer, sigue conservando su amistad con la baronesa. Como viene haciendo –quizá demasiado- últimamente, Tita ha recordado a su hijo, que hace dos décadas sí la acompañó en la inauguración. Todavía no había conocido a Blanca. El próximo capítulo, en noviembre, cuando se publiquen las memorias –estas, por fin, autorizadas-, del barón, en las que Carmen Cervera asegura haber omitido muchos detalles, sobre todo de sus predecesoras, "por elegancia".
Los geniales Sara e Íker, a los que los periodistas siguen para ver qué objetos trasladan en la mudanza de una casa a otra, están teniendo últimamente gestos que no tienen que ver con sus profesiones pero que hay que reconocer. Si hace unos días el capitán madridista respondía con sorna que "él también era el autor del chivatazo del Faisán" a los que le acusaban de airear los malos rollos del vestuario del Bernabéu, ahora la pareja no ha dudado en colgar una bandera española de la ventana de su casa horas antes del Madrid-Barcelona.
Otro futbolista, Sergio Ramos, sigue jugando al despiste sobre su relación con Pilar Rubio. A la espera de la foto de la pareja que confirme si realmente están juntos, siguen citándose a horas intempestivas en sitios como el madrileño Hotel Villamagna. Su último encuentro se habría producido precisamente allí, durante la madrugada, sólo unas horas después del partido de este domingo. Mucho mejor un hotel que el vestuario del campo, como hacía Ronaldo –el primero, ahora gordo-, que, según una historia del F. C. Barcelona que va a publicarse, se habría montado algún que otro trío en la zona de duchas.