La revista Vanity Fair dedica la portada del mes de abril a doña Letizia. Bajo el titular La Reina soy yo, la publicación ofrece un retrato íntimo de la soberana y cómo ha cambiado su vida desde que Felipe VI fue proclamado Rey el 19 de junio de 2014.
Incluso la publicación cuenta alguna anécdota y datos que no se conocían públicamente hasta ahora. Como el accidente de tráfico que sufrió Letizia Ortiz poco antes de anunciarse su compromiso con el entonces príncipe de Asturias. Sucedió una tarde lluviosa de octubre de 2003. Como cada jornada, Letizia se dirigía desde su casa en Valdebernardo a los estudios de RTVE, señala la publicación. "Conducía su propio coche a gran velocidad. Le gustaba correr", recuerda a Vanity Fair Alfredo Urdaci. "Al salir del túnel que enlaza la M-30 con la calle O' Donell la sorprendió una tromba de agua. Los vehículos se agolpaban en la vía. Ella intentó frenar, sin poder evitar el aquaplaning, y provocó una colisión múltiple. 'Está usted viva de milagro, se podría haber matado', le recriminaron los efectivos del SAMUR. Antes que a ellos, Letizia hizo una sola llamada telefónica. Fue al príncipe Felipe. Él la calmó y envió hasta el lugar de los hechos a dos agentes de la Guardia Real, que la condujeron en moto a Torrespaña. Al llegar estaba muy nerviosa. Se tomó una tila y siguió trabajando toda la tarde. Aquello le podía haber costado un disgusto", asegura Urdaci.
Fue uno de sus últimos informativos. El 1 de noviembre la Casa Real emitía un comunicado en el que se anunciaba su compromiso con el heredero. Aunque, poco antes de la boda, se planteó que siguiera trabajando como periodista. "Ella intentó seguir ejerciendo. Durante tres semanas realizó llamadas insistentemente, proponiendo incluso ocupar puestos sin gran relevancia. El entonces director de RTVE, José Antonio Sánchez, y yo nos reunimos con la Zarzuela para valorar las opciones, una de las cuales consistía en habilitar un despacho desde el que Letizia dirigiese programas especiales. Pero era casi imposible mantener en secreto en qué iba a estar trabajando la princesa de Asturias. Todo acabaría por magnificarse. El asunto se llegó a consultar con otras Casas Reales europeas. Finalmente, la idea se desechó", revela el ex jefe de los Servicios Informativos de TVE.
No obstante, a lo que no ha querido renunciar la actual reina es a sus gustos y preferencias, que ha introducido en la pareja. De hecho, "desde que es reina sale más que nunca, otro cosa es que los paparazzi no lo documenten –aseguran a la revista desde su entorno-. Siempre la fotografían cuando acude al cine, o con sus pantalones rotos, pero en realidad visita muchísimas exposiciones de forma privada sin repercusión pública".
Siempre y cuando sus compromisos no se lo impidan. Su jornada comienza a las seis y cuarto de la mañana, momento en el que suena el despertador en el Pabellón de los Príncipes. La reina recibe a su peluquera de confianza, la misma desde sus tiempos de presentadora del informativo de TVE. Ya peinada, baja a la cocina para preparar el desayuno de Leonor y Sofía. Es ella quien las despierta y las viste. Cereales, lácteos, fruta e infusiones. Mientras las niñas se dirigen al colegio, ella aprovecha para leer la prensa y, si tiene acto oficial, elegir vestido.
"Ella misma escribe sus discursos, pero son convenientemente revisados por quienes tienen la responsabilidad de gestionar la institución", señala su amigo Matías Rodríguez a Vanity Fair. "También mete pluma en los de Felipe, a quien le gusta mucho escribir, confirma un antiguo colega de profesión. Él los redacta mano a mano con el jefe de la Casa, Jaime Alfonsín".
"Es una mujer impulsiva, muy directa. Ha tenido que construirse un personaje y acatar que su posición ha de ser neutral. Su papel consiste en estar detrás del rey. No ser, no sentir, no opinar. Le ha costado mucho trabajo asumirlo", manifiesta Urdaci. Tanto, como sobrellevar la actitud del rey emérito o de los duques de Palma, que a punto estuvieron de "dilapidar la herencia que iba a asumir su marido", añade. "El caso Nóos le afectó mucho. Se mostraba distante, a la defensiva. Pero si hubo mal rollo entre ambos (Felipe y Letizia), ya desapareció. Ahora van de la manita", zanja un ex alto cargo de la Casa.
Más clara es una de las personas consultadas por la revista, alguien que en el momento en que trascendió la crisis del matrimonio estaba muy unido a ella. "Sí atrevesaron una crisis. Y gorda. Nos temíamos lo peor", admite. En aquellos tiempos, lejos de lo que pudiera pensarse, no era don Juan Carlos su mayor enemigo. "Urdangarin siempre fue el enemigo número uno de Letizia, incluso antes de que estallara el caso Nóos", revela una persona que conoce desde niña a la reina. "Ni el rey ni las infantas. Iñaki", afirma.
"Al principio existía una entente cordial, hasta que Letizia supo que Iñaki ponía a Felipe en contra de ella", dice un testigo directo del deterioro de la amistad de los reyes con los duques de Palma, dato que también confirma uno de los allegados de la reina. "Si antes la relación era fría, tras el caso Nóos se hizo insostenible". Los correos de Urdangarin evidenciaron la mofa de la que era objeto por parte de su cuñado.
Y mientras el contacto es inexistente entre el Rey y su hermana, sucede todo lo contrario con los Ortiz-Rocasolano. La madre de Letizia es uno de sus pilares. "Aunque cuida a su padre, con quien vive, le ayuda con sus hijas", señala una de las personas consultadas por Vanity Fair. "Nunca hablamos de política. Pero lo que sí te puedo decir es que, antes de casarse con Felipe, era una mujer tremendamente conservadora en lo concerniente al matrimonio. A veces caemos en la ligereza de pensar que alguien divorciado es liberal", critica Urdaci. La familia para Letizia es fundamental.
Se desmienten también los retoques a los que se habría sometido la reina. "Sólo se ha operado la nariz, jamás se tocó el mentón y es completamente falso, como se ha publicado, que vaya a someterse a una braquioplastia (intervención para tratar la flacidez de los brazos). ¡Pero si es pura fibra!", señalan sus íntimos. Eso sí, le gusta hacer ejercicio: footing o bici. Pero "no tiene entrenador personal".
"La vemos mucho más feliz ahora. Pero ella insiste en que sonríe y trabaja igual que antes".