Menú

Inés Sastre rompe con su último amante y prefiere seguir sola

De jovencita “flirteó” con el entonces Príncipe Felipe

De jovencita “flirteó” con el entonces Príncipe Felipe
MIguel Alfano e Inés Sastre | Cordon Press

No hace mucho escribíamos sobre Inés Sastre y, jugando un poco a adivinos (cualidad que como periodistas procuramos no atender), llegamos a predecir que su unión con su acompañante de hace casi cuatro años, el maderero italiano Michele Alfaro, parecía no tener mucho futuro. Y así ha sido. Porque la vallisoletana ha roto definitivamente con él, aunque en el pasado verano diera la impresión, paseándose a su lado por la Costa del Sol, en Sotogrande, donde ella posee un espléndido apartamento, que eran muy felices. Pero, no. La modelo y actriz cinematográfica ha sumado un amante más a su ya prolongada lista de amores. Cabría preguntarse: ¿es ella la que no los aguanta, o al revés? A tal interrogante no responderá nunca esta bella mujer de cuarenta y tres años, cumplidos en noviembre último.

Lo cierto es que no ha encontrado nunca la estabilidad emocional que suponemos busca cualquier pareja. En todo caso, si alguna vez la tuvo, por poco tiempo, fue en 2006 con el barón sardo Alexandro Corrías, con quien contrajo matrimonio, el único hasta ahora. Del que nació Diego, la auténtica pasión que sostiene Inés Sastre, un niño nacido en París hace diez años, con quien vive en la capital francesa y del que procura separarse lo mínimo posible. Le habla en español, idioma que el jovencito domina, aunque con acento gabacho. Su madre lleva ya muchos años, más de dos decenios, asentada en Francia, aunque a menudo viaje a Madrid. Cada vez siente más nostalgia de su ciudad natal, de su acomodada familia, pero eligió el país galo para su carrera internacional y no se decide a volver definitivamente con nosotros. Y cada vez que deja la capital española, en la aduana de Barajas ha de pagar exceso de equipaje. Porque en sus abultadas maletas introduce embutidos a manta, que le encantan. A ella, pero también a Diego. La añoranza se siente mucho a través del estómago.

Inés Sastre, cuando aún no se había establecido en la Ciudad Luz, se codeaba con la flor y nata de la sociedad madrileña. Jóvenes adinerados, "yuppies", con los que confraternizaba sin llegar con ninguno a formalizar negación alguna. Y en una temporada coincidió varias veces con el entonces Príncipe Felipe de Borbón, muy enamoradizo al recordar esos años, interesado por la entonces casi veinteañera, con la que "flirteó" siquiera superficialmente. Claro que cuando se le recuerda ahora a Inés Sastre aquella esporádicamente relación no le da importancia alguna, mantiene que fue sólo una bonita amistad, y dedica palabras de elogio al actual Rey de España. Con quien, por cierto, se reencontró cuando nuestros monarcas visitaron oficialmente la capital francesa. Fue en una recepción en el palacio del Elíseo. Hubo un cruce de cómplices miradas acompañadas de recíprocas sonrisas entre el Soberano y la modelo. Aquel se interesó por la carrera de ésta y sobre todo por su hijo Diego. Luego estaba don Felipe al corriente de la vida de su antigua amiga. Y a continuación, tras una breve pero elocuente conversación, le presentó a su esposa. ¿Y si ella, Inés, hubiera sido Reina puesto que don Felipe la conoció antes que a doña Letizia? Mera suposición, que ella ni siquiera contempla. Pero queda en el anecdotario sentimental de quien ya ha conocido el amor a través de al menos una decena de historias, que la prensa rosa se ha ocupado de alimentar periódicamente.

Y ahora, después del último decepcionante episodio amoroso, ¿qué le espera a Inés Sastre? No le importa la soledad. Insiste en que su hijo Diego es su mejor compañía, su auténtico, verdadero amor. Aunque dado su historial y admirándola por la belleza y la figura que sigue manteniendo, apostamos que este año volverá a enamorarse. Al respecto, recordamos una frase suya: "Necesito un hombre que me lleve con mano izquierda". ¿Quién estará dispuesto a conquistarla? Deberá conocer la antedicha premisa. Es decir, tratarla con tacto, que sepa comprenderla, que atienda sus caprichos, sus veleidades y cambios de humor, que no esté celoso de su hijo ni de los que la miran con ojos golosos, que respete su trabajo de modelo, lo que la obligará a viajar, a tener horarios nada convencionales, a ir a fiestas aunque no le apetezcan… Y a cambio tendrá a su lado una mujer bellísima, objeto de deseo de quienes la ven como una diosa de las pasarelas y los estudios fotográficos, que podrá hacerle feliz.

¿Quién se apunta a ser el siguiente amor de nuestra guapa compatriota? Les tendré informados.

En Chic

    0
    comentarios