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José Manuel Soto "le cantó las 40" a Francisco Rivera antes de casarse con su sobrina, Lourdes Montes

Su esposa, Lourdes Montes, es sobrina de José Manuel Soto. 

José Manuel Soto y Fran Rivera | Gtres

Conocida es la biografía sentimental de Francisco Rivera Ordóñez, ahora felizmente casado desde hace cuatro años con la encantadora, guapa, sencilla y discreta sevillana Lourdes Montes. No es cuestión ni viene a cuento repetir ese historial amoroso del torero ya retirado, que en la actualidad vigila sus negocios con lupa, pues siempre fue muy cuidadoso con su patrimonio y sus fianzas. En ese asunto nadie ha de reprocharle nada porque se ha jugado la vida desde que, jovencito, decidió seguir las huellas profesionales de su infortunado padre, y de su abuelo, Antonio Ordóñez, que fue quien le dio las primeras lecciones en el ruedo. Sus millones, a buen recaudo en los bancos, en pisos, en negocios de hostelería y otros le aportan, ahora que va a cumplir cuarenta y cuatro años el próximo 3 de enero, una tranquilidad que bien se merece.

Coincide este dulce momento que vive "Paquirri" Jr. con su estabilidad familiar, pues en el pasado, fundamentalmente por sus correrías extra matrimoniales, Eugenia de Alba le pidió la separación. Tampoco sus sucesivos "ligues" contribuyeron a aportarle reposo a su cambiante corazón. Ahora, sí. Después de esos cuatro años de convivencia con su segunda esposa, no creemos que el diestro eche por tierra la felicidad que disfruta, a la que contribuye mucho su hija Carmen. La pareja podría en cualquier momento anunciar que espera un segundo hijo; al menos es lo que vienen deseando y así lo han comentado, que Francisco desearía fuera varón, al tener ya dos hijas (la mayor, Tana, decidida en el futuro a brillar posiblemente en las pasarelas de moda).

Rivera y Montes en su boda religiosa | Archivo

Hay una historia atrás de cuando le pidió matrimonio a Lourdes Montes. Ella estaba muy enamorada de Francisco; de eso no cabe duda alguna. Pero el torero quería hacer las cosas "como Dios manda. Siendo ella huérfana, de común acuerdo, Francisco llamó a José Manuel Soto y fijaron una cita. El cantante es tío, tutor de la joven. Por supuesto que éste conocía de sobra a Francisco, pues en Sevilla, la élite y los personajes de la vida social están al tanto unos de otros y apenas hay secretos para ellos. Lo que pretendió Francisco Rivera en aquella reunión con Soto es, de alguna manera, "pedirle la mano" de su sobrina. Algo si se quiere anticuado pero que aún es procedimiento o rito que mantienen las familias conservadoras.

José Manuel Soto, por su parte, amén de conocer las correrías de Francisco Rivera, había sido de soltero eso que se entiende coloquialmente como "una buena pieza". Atractivo rubio que con su guitarra cantándole rumbas a las muchachas de su edad tenía su agenda repleta de citas. Se da la circunstancia que entre él y Carmen Ordóñez, la madre de Francisco, "hubo algo". Posiblemente una relación más platónica que otra cosa. El caso es que coincidieron en un Rocío, camino de la aldea de Almonte, y con la noche clara, el fino corriendo de boca en boca entre los romeros, las canciones y las miradas, no es de extrañar que José Manuel "le tirara los tejos" a la bellísima Carmen, que al fin y al cabo estaba libre como los taxis (antes de las huelgas) y él asimismo soltero. ¿Hubo o no hubo "flirt"? Secreto de sumario. Pero él, cuando todavía no existían los "tuits" ni los "whasApps", fue y le dedicó para sí, sin apuntar el nombre de la destinataria, una estupenda balada, la mejor de cuantas ha compuesto en su ya larga vida (treinta y tres años) como cantautor: "Por ella". Pero acabado aquel Rocío, Carmen eligió a otro amor y José Manuel Soto se quedó a dos velas, aunque recogiera dinero y popularidad con su mentada canción. Siguió con sus líos falderos, sobre todo en el Puerto de Santa María, donde era socio-propietario de un bar llamado con buen tino "El picadero". Decidió un día eso que se llama "sentar la cabeza" gracias a Pilar Parejo, agraciada sevillana, que lo apartó de "la mala vida". Se casaron, tienen tres hijos, dos de los cuáles ha formado el dúo musical Los Sin Nombre.


Pero retornemos a aquella reunión con Francisco Rivera. José Manuel Soto mostró, sin perder la compostura, su expresión más seria y responsable y le vino a decir al matador que no jugara con los sentimientos de su sobrina, Lourdes Montes; que la quería como una hija, y que no consentiría que repitiera lo que con otros romances suyos. Algo cabizbajo, también reconcentrado, repitió que Lourdes era la mujer de su vida, quería con ella formar un matrimonio cristiano y ser feliz y tener la descendencia que Dios dispusiera. Dicho lo cual, Francisco y José Manuel se fundieron en un abrazo, con el que sellaban el acuerdo de la boda. Y de este modo, ahora son parientes y ambos ya han olvidado su pasado de farras y conquistas femeninas.

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