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Carmen Moragas: de amante de Alfonso XIII a querida de un poeta comunista

¿Fue verdad que el Rey dejó por unas horas el exilio para darle su último adiós?

¿Fue verdad que el Rey dejó por unas horas el exilio para darle su último adiós?
Carmen Moragas | Cordon Press

Hay personajes olvidados un tiempo que reaparecen en textos y biografías, suscitando en los que nada sabían de ella, las últimas generaciones, una moderada curiosidad. Es entre otros casos el de Carmen Ruiz Moragas, destacada actriz entre los años 20 y 30 del pasado siglo. Fue amante de Alfonso XIII. La mujer que más apasionadamente quiso este monarca, impenitente mujeriego como casi todos los de su dinastía. Cuando el Rey se exilió de España "para no derramar sangre entre los españoles" llegada la II República, que lo destronó, Carmen dejó de lado su tantas veces proclamado monarquismo para irse a vivir con un poeta comunista, entendiéndose que no sólo se había enamorado de éste sino que comulgaba con sus mismas ideas marxistas. Eso de cambiar de chaqueta se ha dado mucho. No obstante, según parece, el Rey no la olvidó y arriesgó su vida para cruzar la frontera desde su dorado exilio y despedirse de la que fue su más fogosa amante. Parece una novela folletinesca, pero cuanto contamos aquí fue completamente cierto.

Ha aparecido semanas atrás "Carmen, rebelde", de la periodista Pilar Eyre, donde recrea la vida amorosa de la actriz y el monarca. No he leído aún ese libro. Conozco, sí, otro volumen, "La rival de la Reina", de Ada Simón y Emilio Calle, quienes novelaron aquellos amores también, en 2007. Yo mismo, más modestamente, incluí un capítulo de mi serie de libros "Los cómicos", dedicado a Carmen Ruiz Moragas, unos años antes, en 1995.

Nació Carmen Ruiz de Moragas el 11 de septiembre de 1898. Cúmplese este año los ciento veinte de su llegada al mundo. Obviemos su fulgurante carrera artística en la compañía de la más brillante actriz de la época, María Guerrero, para contarles sus cuitas amorosas. Se cifra en 1916 cuando conoció personalmente a Alfonso XIII, cuando éste, que había escuchado comentarios sobre la belleza de la joven madrileña, se presentó en el teatro donde ésta representaba "La dama de las camelias". Por supuesto en el personaje de Margarita Gautier. Quedóse prendado el monarca de la cómica nada más cruzar en su palco las primeras palabras con ella. Y desde entonces se juró conquistarla, lo que no tardaría en suceder. Fueron ocho años de lujuria, de pasión ardiente. Sus encuentros se sucedían en el chalecito que le proporcionó Alfonso XIII en la avenida del Valle, entre Cuatro Caminos y Argüelles, frente al bello paisaje de la sierra de Guadarrama.; lo que entonces se conocía como colonia del Metropolitano. La Reina Victoria Eugenia no tardaría en conocer esa nueva veleidad sentimental de su regio esposo, pero ¿qué podía hacer? Aguantarse. No era la única, mas insistimos en lo de que Carmen Ruiz Moragas, como amante, fue la preferida del Soberano.

Atrás, quedaba otra historia de amor y cuernos. Porque el mismo año que Carmen iniciaba su romance real, entró en relaciones también con un torero de fama, el mexicano Rodolfo Gaona. Se habían conocido en un hotel de Lima y en noviembre de 1917 contrajeron matrimonio en Granada, ante la imagen de la Virgen de las Angustias. La elección del lugar estaba claro correspondía a que el padre de la novia era a la sazón gobernador civil de la capital de la Alhambra. Era aquel diestro hombre guapo, de gran estampa y exótico semblante. Carmen, como es comprensible, se calló lo de su idilio con el Rey. Los padres de la actriz sí que estaban al corriente. Por eso habían impulsado cerca de su hija aquella boda casi precipitada con el matador de toros azteca. Una especie de "tapadera", para esconder los encuentros de Carmen con Alfonso XIII. Era evidente que aquella pareja terminaría pronto su relación. "El Indio de León", como era motejado Gaona, fue pronto objeto de burlas del pueblo. En las plazas, si encima pasaba por una mala tarde, lo llamaban consentido, utilizando un término para estos casos muy español y gráfico: c…, con todas las letras. A los dos meses del enlace, Rodolfo optó por irse a México y olvidarse de aquel fugaz bodorrio. Encima, alguien cercano a la desposada difundió la especie de que el torero "se entendía con un banderillero". Lo que exasperó al límite al mexicano, del que nunca volvió a saber la actriz. Se casó con una compatriota, ya en su país, dejando claro que a él "no le iban los hombres".

Durante ocho años, "La malcasada" (como sin dar su nombre la reflejaban en la película de tal título estrenada en 1926, donde por cierto aparecía Francisco Franco Bahamonde y otros personajes de la vida social, vivió ardientemente su volcán alfonsino, olvidándose del rudo torero, al que evidente trató como un muñeco de guiñol. Se cuenta que la Reina Victoria Eugenia quiso conocer a su rival, asistiendo en el madrileño teatro Fontalba, en la Gran Vía, a una representación que daba "la Moragas" de un sainete de los hermanos Álvarez Quintero. Ignoramos si llegaron a cruzar algún saludo, en tal caso, sería meramente protocolario. No le importaba a la cómica encamarse a menudo con el Rey, resultado de ello sería el nacimiento en 1926 de una niña, Teresa Alfonsa Paloma y tres años después, un varón, Alfonso Leandro.

En los años 30 Carmen Ruiz Moragas estuvo en los estudios cinematográficos de Joinville, a las afueras de París, rodando películas sonoras en español para el mercado hispanoamericano. Sabido es que el 14 de abril de 1931 se proclamó la II República. Y entonces, la amante del Rey pareció olvidarse, repentinamente, de sus fervores monárquicos, convirtiéndose en adicta del nuevo régimen republicano, el de la bandera tricolor. Y es más: cayó en brazos del poeta valenciano Juan Chabás, escritor de la generación de 1927, militante del Partido Comunista. La convivencia entre ambos duró hasta la muerte de la actriz el 11 de junio de 1936, cinco semanas antes del estallido de la guerra civil. Ella había pronosticado, por cierto, que fallecería joven: contaba en ese trance sólo treinta y nueve años.

Y como final de esta condensada historia un supuesto secreto desvelado por Leandro, "el bastardo real" como él mismo reconocía ser antes de que la justicia le reconociera ser hijo extramatrimonial de Alfonso XIII. Según su testimonio, enterado Alfonso XIII desde su dorado exilio en Fontainebleau, de la inminente desaparición de su amada Carmen, resolvió cruzar la frontera franco-española para acudir a despedirse de ella, con un beso en los labios. En ningún libro, que sepamos, de los muchos que han abordado la vida del Rey y la II República, se alude a aquel fugaz viaje; bien al contrario se insiste en que al exiliarse nunca más volvió a España. Si creemos a su hijo Leandro, ese desplazamiento furtivo y secreto sólo para abrazar por última vez a su gran amor adquiere resonancias más que románticas.

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