Menú

Marlene Dietrich compartió relaciones íntimas con la misma amante de Greta Garbo

Además de acostarse con Gary Cooper, Jean Gabín, John Wayne, Orson Welles y otras celebridades

Además de acostarse con Gary Cooper, Jean Gabín, John Wayne, Orson Welles y otras celebridades
Cordon Press

Hay mitos del cine que han exprimido sus vidas hasta inusitados extremos. Probablemente Marlene Dietrich fuera una de esas mujeres llenas de "glamour" que gozaron de muchos placeres hasta límites inusitados. La prensa española de tiempos pretéritos, cuando la fama de esta actriz-cantante se hallaba en su apogeo, entre los años 30 y 50 del pasado siglo, silenció todo cuanto se refería a sus escándalos sexuales. Y ya sería mucho después fueron conociéndose algunos de esos detalles, cuando la censura dejó de cercenarlos.

El mito de Marlene Dietrich tiene bastante paralelismo con el de Greta Garbo, pues fueron dos diosas de la pantalla. En común, disfrutaron de los amores de una española, la escritora y poeta Mercedes de Acosta. La estrella sueca no ocultaba ser lesbiana y aunque tuviera roces con algunos galanes siempre se inclinó en amar a las de su propio sexo. En cambio, Marlene Dietrich no encontró reparo alguno en alternar sus sesiones de cama tanto con varones como con señoras. A ella le dedicamos las presentes líneas al cumplirse veintiséis años de su fallecimiento. Fue en París, el 6 de mayo de 1992, a la edad de noventa años. Cuando la soledad era su sombra y sólo tenía unos sirvientes que la cuidaban en su lujosa vivienda. Ya no quería ver a nadie, cerraba las ventanas a cal y canto y le horrorizaba mirarse en los espejos. Delirios de una diva que gozó de la admiración internacional por sus películas y de las pasiones compartidas con las más grandes estrellas de Hollywood.

hqdefault.jpg

De jovencita ya conoció los primeros escarceos sexuales con su profesor de violín. Berlín, la ciudad de su nacimiento el 27 de diciembre de 1901 (fecha que ella ocultó todas las veces que pudo, quitándose unos años) fue en plena "belle-époque", la de los felices años 20, un lugar lleno de cabarés y antros de toda especie donde se festejaba el fin de la I Guerra Mundial. Marlene Dietrich empezó así su carrera, cantando y bailando en esos lugares de diversión, donde la promiscuidad estaba tolerada y a nadie podía escandalizar los amoríos entre hombres y mujeres, sin distinción de sexo. No obstante Marlene decidió casarse con un ayudante de dirección llamado Rudolf Sieber. Era 1923 y tuvieron una hija, María. El matrimonio apenas duró unos meses, se engañaron mutuamente y hasta Marlene le incitaba para que él se buscara una amante y compartieran juntos algunas noches de lujuria. A pesar de tan licencioso comportamiento, Marlene y su marido no se divorciaron hasta 1976, que ya es tolerarse sus mutuas infidelidades.

Josef von Sternberg, uno de los pioneros del cine germano, la dirigió en El ángel azul, la película con la que Marlene se dio a conocer en todo el mundo, emparejada con otro actor mítico, Emil Jannings. Le iba a ella el papel que ni pintado: el de Lola-Lola, la prostituta que humillaba hasta la desesperación a un pobre y alocado profesor. La Dietrich mostraba unas largas piernas. Cuidaba mucho su cintura, adelgazó quince kilos y hasta se rumoreó que se hizo quitar las muelas para tener un rostro más ovalado y parecerse más a Greta Garbo, operación que ella desmentiría. Huyendo del nazismo, con un odio indisimulado hacia Hitler, se marchó a los Estados Unidos, donde conseguiría la nacionalidad norteamericana y la gloria en Hollywood.

Hay películas de Marlene Dietrich que los cinéfilos no han dejado de contemplar con admiración. Caso de El expreso de Shangai, Marruecos, Sed de mal, Testigo de cargo… Un título nos interesa comentar por cuanto en España las autoridades de la II República impidieron que se proyectase en nuestras pantallas. Me estoy refiriendo a The Devil is a woman, que dirigió en 1935 Von Sternberg. Las razones por las que se prohibió su exhibición en nuestro país estriban en que, ambientada la historia en España, se presentaba a un guardia civil bastante torpe enredado con una mujer de turbio comportamiento.

La fama de Marlene Dietrich se extendió prácticamente por toda la cinematografía mundial. Radicada en Los Ángeles, donde protagonizó apasionantes amores en la vida real con muchos de sus compañeros de Hollywood. ¡Y vaya lista…! Empezando por Gary Cooper, que se dejó seducir por la alemana en tanto su amante Lupe Vélez se subía por las paredes. También el buenazo de Jimmy Stewart cayó rendido en los brazos de Marlene. Lo mismo que John Wayne, tan temperamental, el no menos aguerrido Kirk Douglas y el mujeriego Yul Brynner. John Gilbert, que había besado más de una vez a la Garbo, llegó a más intimidad con la Dietrich. No se le podía escapar a ella la conquista del romántico Douglas Fairbanks Jr. Y el genial Orson Welles ya con su oronda figura se encamaba con Marlene en noches de vino y rosas. Ernest Hemingway pasó igualmente por su lecho. Y Erich Maria Remarque. Nos creemos menos que John F. Kennedy accediera a esa misma intimidad, pero ello fue divulgado por las comadres del chisme. ¿No sería el padre del Presidente de Estados Unidos, que le gustaba ir mucho tras unas faldas? Y de todos los galanes de cine, creemos que el francés Jean Gabín fue quien más llegó al corazón de aquella mujer que parecía fría e imperturbable, o al menos así la definió su hija María, con la que se llevó a matar toda su existencia. El último amante conocido de Marlene fue el compositor Burt Bacharach.

hqdefault.jpg

A España vino en alguna ocasión. Una en 1963 para actuar en un casal de las Fallas valencianas. Y la última exactamente el 23 de junio de 1972, en la sala "Tito´s" de Palma de Mallorca. Conservo ese dato porque asistí a tal gala, invitado excepcionalmente por el director de la sala. Marlene Dietrich prohibió tajantemente ser fotografiada durante su actuación. Negó cualquier contacto con la prensa: en verdad allí sólo estaban los medios locales y un servidor y el fotógrafo acompañante. Menos mal que conseguimos a duras penas, fuera del local, algunas imágenes de la diva, a la que saludé siquiera unos segundos. Iba encorvada, cabizbaja. Sin embargo, la noche de su actuación, como un milagro, salió a escena enhiesta, embutida en un ajustado vestido de lamé, y entonando con todo el vigor que le era posible a sus setenta y un años, "Lilí Marlén", aquel himno de la I Guerra Mundial, que también alentó luego a los soldados de la II, una carta de amor de quien en el frente se acordaba de su novia.

Marlene Dietrich tardó años en retirarse. Y cuando lo hizo, ya viviendo en París, pasaba los días solitarios, bebiendo más de la cuenta y recordando su ayer triunfal. Su hija contaba que se gastaba un dineral hablando por teléfono con Ronald Reagan, a la sazón Presidente de Estados Unidos, antiguo amigo suyo, y también con Gorbachov. Sin duda, un personaje extraordinario el de aquella mujer de quien se llegó a decir era "la abuela más sexy del mundo".

En Chic

    0
    comentarios