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El hijo negro del príncipe Alberto de Mónaco descubre sus secretos

Alexandre, hijo de Alberto de Mónaco, se hizo eco de su situación hace pocas semanas.

Alexandre, hijo de Alberto de Mónaco, se hizo eco de su situación hace pocas semanas.
El hijo de Alberto de Mónaco. | Instagram

París Match se hizo eco hace pocas semanas de la situación en que vive uno de los cuatro hijos del príncipe Alberto de Mónaco, Alexandre, de raza negra, fruto de las relaciones habidas entre Su Alteza Serenísima (como es tratado protocolariamente) y una azafata togolesa. En la portada de la revista francesa aparecía este guapo joven, que ha cumplido dieciocho años, al lado de su atractiva mamá y en el interior de la publicación ambos revelaban aspectos desconocidos sobre la relación existente entre padre, hijo y antigua amante.

Alexandre lleva los apellidos del príncipe, Grimaldi, y los de su madre, Coste. Aunque lo reconoció algo tarde, cuando el bebé contaba dos años. Alberto se hizo cargo de sus deberes para su descendiente, destinando diez mil euros mensuales para su educación y gastos particulares. Nicole, la madre, ha venido administrando hasta la mayoría de edad de Alexandre esa pensión. En su día, también tendrá él su derecho a la parte de herencia que le corresponda. A lo que no puede aspirar es al trono del Principado al ser hijo fuera del matrimonio, como consta en la Constitución del pequeño país.

Alexandre ha vivido temporadas en el palacio monegasco. Su progenitor se lleva muy bien con él sin importarle salir fotografiado a su lado. El chico es buen deportista y comparte con el príncipe esa misma cualidad. Por ahora Alexandre reside en Londres, donde estudia. Pero con cierta frecuencia viaja a Montecarlo. En la entrevista de París Match a la que hacemos mención, la madre de Alexandre aprovechó para contar una pequeña maldad sobre la princesa Charlène, esposa de Alberto: en ausencia de éste en palacio, ella ordenó que Alexandre ocupara una habitación en el ala de los empleados. Un claro desprecio que el príncipe acaso desconocía.

Alberto II cuenta sesenta y tres años y sucedió a su padre, Raniero, en 2005. Por entonces hacía tiempo que su soltería era tema de conversación en el Principado pues a nadie escapaba que debía casarse y tener descendencia, un heredero. A él parecía no preocuparle el asunto. Ello dio lugar a que se publicaran en la prensa europea comentarios acerca de su sexualidad, llegándose a asegurar que era gay. Cierto era que en las discotecas de Montecarlo solía reunirse con ciertas amistades que daban pábulo a tal sospecha. Por otro lado, hubo reporteros que demostraron, fuera o no bisexual, que se llevaba a la cama discretamente en los hoteles que frecuentaba en sus viajes a más de una rubia: sus preferidas. En Barcelona, adonde acudía a menudo, se acostaba con una azafata llamada Isabel.

Para demostrar cara a la galería que le gustaban las mujeres no aceptaba ser fotografiado con sus amantes desconocidas, pero sí procuraba contar con un fotógrafo de confianza para cuando en algunas fiestas del Principado se reunía con Brooke Shields, Claudia Schiffer y algunas otras celebridades del cine y la moda. Sólo para presumir, sin más, sabedor que todas las revistas del corazón europeas publicarían supuestos amores con ellas. Ana Obregón trató en una de esas veladas sacar rédito publicitario pegándose un rato junto a él en actitud amorosa. Alberto las hacía caso un rato. Guapo es, pero con una alopecia que lo dejará totalmente calvo en poco tiempo.

La noticia de que era padre de un hijo negro fue una sorpresa, aunque no se supo hasta dos años después de nacer Alexandre en 2003. Por lo menos, así quedaba claro que homosexual no era. Pero es que, removiendo las correrías del príncipe pudo saberse que ya en 1992 había tenido una hija, Jazmín Grace, con una norteamericana de nombre Tamara Jean Rotolo, residentes en California y también se benefician de otra generosa ayuda económica que les llega puntualmente desde Mónaco. Nos quedamos ahí, porque vayan ustedes a saber si Alberto no se encamaba con más ocasionales amantes.

Hasta que un día conoció a una campeona olímpica de natación, en uno de sus habituales viajes como miembro del Comité Olímpico Internacional: Charlène Wittstock. El encuentro tuvo lugar el año 2000. Se ignora si entonces hubo intercambios de arrumacos y algo más. Pero Alberto no perdió su número de teléfono. Y la encontró de nuevo viviendo en su país, Sudáfrica. Para casarse en Mónaco el 1 de julio de 2011. Padres de dos mellizos, Gabriela y Jaime, éste último heredero del Principado.

Desde aquella boda el seguimiento periodístico de la pareja no ha cesado, como tampoco los comentarios sobre la princesa, a menudo con rostro cansado, sin sonreir o con sonrisa forzada, como si fuera infeliz en ese matrimonio. Aunque la llegada de esos dos hijos supusiera una clara señal de que Alberto y Charlène estaban muy enamorados, cada dos por tres viene especulándose con la posibilidad de que se separen y divorcien. Hubo una ocasión en la que sorprendieron a Charlène en el aeropuerto de Niza con un pequeño equipaje. Inmediatamente, enterado, Alberto envió a varios agentes de seguridad del Principado que impidieron que la princesa se embarcase a no se sabe dónde podía dirigirse su decírselo a su marido. Probablemente a Sudáfrica. La nostalgia de su país es constante en ella, pues ni se ha adaptado del todo a la vida en el Principado, a sus costumbres, al protocolo que le obliga su condición, ni parece que su matrimonio la haya colmado de dicha.

En marzo, cuando Alberto se contagió del Covid 19, Charlène convino con él que debía viajar a Sudáfrica para ocuparse de una misión de apoyo a su país. Dio el visto bueno el príncipe. Y resulta que desde entonces no ha vuelto a Mónaco. Lo único que se sabe es que se infectó en las vías respiratorias, garganta, oídos y nariz, siendo intervenida quirúrgicamente en tres ocasiones. ¿Cierto o es una excusa que encubre el deseo de la princesa de abandonar el Principado, incluido su esposo e hijos? Alberto viajó a Sudáfrica con los niños. Pero se ignora de qué habló la pareja. Charlène ha concedido una entrevista recientemente en la que dice estar deseando reencontrarse con sus hijos lo antes posible; mas no dice nada sobre su marido. Y éste, en viaje reciente a Palma de Mallorca para un evento turístico, simplemente ha dicho que la princesa está bien.

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