Quedan escasos ídolos del rock. La edad no perdona. Pero algunos aún se resisten a retirarse, porque además siguen en forma: Paul McCartney, su compañero de Los Beatles Ringo Star, Bruce Springsteen, Bob Dylan (aunque ya se conforme sólo con grabar algún disco de vez en cuando), lista a la que agregamos a Sting, quien emprendió este verano una gira que le permitió actuar en España, en Vigo, por el que cobró cerca de medio millón de euros.
Sting, con su pelo algo ralo, entre rubio y ceniciento, tiene setenta años (cumplirá uno más el próximo 2 de octubre) y cuenta en su biografía musical dos etapas importantes: cuando era bajista y vocalista de The Police y después ya con su propia banda. Ahora ha incorporado a ella a uno de sus seis hijos, Joe. Lo sucedido en el parque vigués de Castrelos, abarrotado con alrededor de ochenta mil espectadores, fue un auténtico baño de masas para el cantautor británico, que no los defraudó. De mágico fue calificado su espectáculo en la prensa gallega. Por supuesto que recordó sus añejos éxitos, entre los que no podían faltar "Message in a Bottle" y "Roxanne". Aprovechando en este "Tour 2022" para dar a conocer su nueva producción discográfica, "The Bridge". De aquellos sus principios con la New Weave, o nueva ola, pasaría a ser un referente del punk, el pop-rock, el jazz, también el folk… Siempre ha sabido combinar una variedad de ritmos sin apartarse de la buena música. Que no le hablen del reguetón.
En su concierto ante el entusiasta público gallego Sting tuvo a un presentador telonero, el alcalde de Vigo Abel Caballero, quien no sólo presume del mayor encendido de luces navideñas en su gran ciudad (pasándose por la entrepierna los dictados del presidente Sánchez, sobre la prudencia con los gastos de electricidad), sino de programar actuaciones como la de este año. Y a costa del bolsillo de sus paisanos, puesto que la mayoría de espectadores entró gratis, se dio el gustazo de emular a un "disc-jockey" desde el escenario. Un político showman, vamos...
Sting debe su apodo, como es sabido entre sus fans a que en sus tiempos de jugador de fútbol vistió una camiseta con los colores a rayas negros y amarillos. Alguien lo apodó así, Sting, que en español significa aguijón. Deportista nato, atleta y futbolista, prefirió dedicarse a la música. Con ocho años rasgueaba una vieja guitarra de su tío e iba componiendo canciones. Es natural de un pueblo del norte de Inglaterra donde nació el 2 de octubre de 1951. Se ha casado en dos ocasiones, la primera con la actriz Frances Tomelty, con quien convivió a partir de 1976 hasta 1984. Tuvieron dos hijos. En 1992 contrajo segundo matrimonio, con otra actriz y asimismo productora cinematográfica, Trudy Styler, que le dio cuatro hijos.
Sting, que realmente se llama Gordon Matthew Sumner, es un tipo tranquilo, pese a que en el escenario vibre y haga vibrar con sus canciones. Practica meditación y yoga, resultado de su acercamiento al hinduismo. Su brillante carrera musical le ha proporcionado una vida sin problemas económicos, calculándose que su patrimonio se eleva a trescientos millones de dólares. Seguro que la precariedad que ahora pasan sus compatriotas no le han de suponer pesadillas a la hora de hacer frente a sus gastos caseros.