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Las polémicas memorias de Paul Anka: cuando Sinatra perdió su peluca y su dentadura

Paul Anka sigue en activo cuando ha superado los 80 años.

Paul Anka sigue en activo cuando ha superado los 80 años.
Paul Anka | Cordon Press

Ya hay pocos cantantes que sigan en activo superados los ochenta años. Uno más tiene Paul Anka, quien allá donde actúa no deja de interpretar su creación fetiche: "Diana". Es más que probable que esta pieza y su autor nada les diga a las generaciones actuales. Pero "Diana" fue, a comienzos de la década de los 60 del pasado siglo algo más que un himno juvenil y a Paul Anka se le adjudicó el honor de encabezar "el movimiento teen". Sólo contaba quince años cuando compuso aquel tema que iba a convertirlo en famoso y millonario. Apenas en un mes se vendieron nueve millones de copias. Y con el tiempo, veinte millones. Llegaron a realizarse más de trescientas versiones de "Diana" entre solistas, grupos y orquestas de todo el mundo. Pero ¿quién era "Diana", que se contaba en aquella canción para emocionar a tantas multitudes?

Comencemos por resumir unas breves notas biográficas de Paul Anka, nacido en Otawa, Canadá hace ochenta y un años cumplidos el pasado julio; hijo de padre sirio y madre libanesa, que se asentaron en dicha capital donde regentaron un restaurante. Paul ya sentía de niño una indeclinable vocación musical, que lo llevó a formar parte de un coro. A los once años frecuentaba varios clubs donde presentaba a los actuantes. Mientras, iba componiendo canciones y con catorce años grabó su primer disco. Un superdotado. Recibió ayuda de un tío, que lo llevó a Los Ángeles. Tardaría un año en darse a conocer, decepcionado regresó a Otawa, pensó estudiar Derecho o Periodismo, mas impulsado por los consejos de aquel tío suyo volvió a Estados Unidos donde logró que "Diana" lograra el éxito antes mencionado. El texto era una solicitud amorosa hacia una muchacha de la que se había enamorado, Diana Ayoub, mayor que él siendo adolescente, y niñera. Historia muy en común en millones de familias, por lo que fueron incontables los jovencitos que se identificaron con lo que cantaba Paul Anka. La chica en cuestión, como en tantos casos, no le hizo caso, teniéndolo por inmaduro y casi un niño. Y cuando el disco se escuchaba a todas horas, la tal Diana Ayoub trató de comunicarse con Paul, pero éste, entonces, muy orgulloso, le devolvió el desdén del que había sido víctima antes.

Sorprendió que con dieciséis años, los que tenía cuando apareció "Diana" en las tiendas de discos, colocándose en seguida durante nueve semanas en el número 1 de las listas norteamericanas, Paul Anka fuera ya un ídolo internacional. Si la letra era muy sencilla, la música mezclaba ritmo de cha-cha-chá y calypso, éste de origen caribeño. Recuerdo siendo yo adolescente, haber leído en la prensa que cuando pisó Madrid para actuar, a comienzos de la década de los 60 en una sala del parque del Retiro, más de un centenar de jovencitas lo acosaron. Eso no ocurría entonces en España: tal entusiasmo por un cantante. Empezaba a conocerse aquí el fenómeno "fan", vocablo sin duda asociado a fanatismo. Y ya a esas alturas de su carrera profesional, el canadiense se había convertido en un divo que iba aumentando su discografía, sus giras por todo el mundo y se codeaba con las glorias del pop. Por ejemplo Jerry Lee Lewis, Fats Domino, Chuck Berry, pioneros del rock. A Chuck, cuando Paul era un desconocido, le pidió un consejo pero obtuvo de él una respuesta desconsiderada: "Dedícate a otra cosa, chaval, y vuelve al colegio".

Con su ascendente carrera, Paul Anka consiguió introducirse en el círculo de Frank Sinatra, Dean Martin, Sammy Davies Jr… Los "Rat Pack". En una época ya algo decadente de "La Voz", Paul le escuchó decir que iba a dedicarse a cultivar rosas. Aquello le hizo reflexionar a Paul y fue cuando al llegar a casa se puso a recordar la personalidad de Sinatra, lo que había sido en la música y que como éste la había dicho, estaba satisfecho con todo cuanto hizo, siempre a su manera. Fue el punto en el que Paul Anka recordó precisamente que estando de vacaciones en Francia había escuchado por la radio una preciosa melodía, por la que se interesó inmediatamente. Como dominaba el idioma francés, no le fue difícil dirigirse en París a la casa de discos que tenía los derechos de aquella pieza. Llevaba por título "Comme d´habitude", interpretada por Claude François, coautor de las misma junto a Jacques Rivaux. Paul Anka le ganó la partida a David Bowie, que pretendía lo mismo que él.Ya autorizado, tras la consiguiente cláusula económica, Anka regresó a los Estados Unidos. Y en esa madrugada tras escuchar las confidencias de Sinatra, que le había pedido canciones en más de una ocasión, se puso a traducir la letra del francés al inglés, que titularía "My way"; es decir, "A mi manera". Lo que el texto contenía el resumen de toda una vida: la de Frank, por supuesto. Cuando éste estuvo al tanto de letra y música, se emocionó. La recreación de "My way" fue un bombazo. Para "el de los ojos azules" sobre todo. Y asimismo también para Anka, que hizo su propia versión.

Novecientas son las canciones que a fecha de hoy registró Paul Anka como autor. Logró éxitos no tan espectaculares como "Diana", pero muy apreciables también, caso de "Lonely boy" (Muchacho triste). Y a lo largo de su longeva existencia y más de sesenta y cinco años de actividad artística, Paul Anka fue recopilando recuerdos y anécdotas, que dictó a un escritor para que se publicara en 2014 su autobiografía cuyo título no podía ser otro más certero que "May way". Allí, "ponía a caldo" a algunas de las estrellas que tan de cerca conoció. Comenzando por Frank Sinatra, del que contó que una noche salió a actuar sin su habitual peluquín, lo que le cabrearía bastante al regresar a su camerino. Llevaba dentadura postiza, que un día voló por los aires al propinarle un puñetazo el gerente del hotel Sands, de Las Vegas. A causa de que, tras perder medio millón de dólares en las mesas de juego, no le autorizaron más crédito. Pidió ver al director del casino y en la pelea salió perdiendo. Amenazó con acudir a sus amigos de la mafia, pero se rieron de él. El gerente era un protegido de la organización. Otra confidencia de Paul Anka en su libro acerca de Frankie es que se le olvidaban las letras de sus canciones y ni siquiera cuando le ponían delante el "teleprompter" (como a los locutores de telediarios) ni siquiera acertaba.

En esas memorias, no se libraron de las puyas de Anka el resto de los componentes del "Rat Pack", los ratas que con Sinatra al frente se emborrachaban en el casino a diario, y cambiaban de mujeres también. Si no contaban con admiradoras a su lado, recurrían a una agencia de prostitutas. El caso era fornicar con quien fuera. Paul Anka no acababa de comprender esa forma de vida de sus amigos. Dedicó también ácidos comentarios hacia Elvis Presley, del que decía era incapaz de sentir curiosidad por nada que no fuera su carrera. Tom Jones era un machista y muy tacaño con las féminas que conquistaba. Y de Michael Jackson que, a mayor fama, mayor delirio parecía. Por cierto, con él tuvo un sonado asunto. Habían colaborado juntos hacia 1983 en varias canciones compuestas por ambos. Y alguna que era sólo de la autoría de Paul. Muerto Michael, cuatro meses después, en 2009, la discográfica Colmbia Récords sacó al mercado un "sencillo" que contenía el tema titulado "This is it". Paul Anka lo escuchó. Resulta que se trataba de "I never heard". Y aparecía como "disco póstumo de Michael Jackson", sin contar para nada con Anka. Se resolvió la disputa con el acuerdo de que la mitad de los derechos de autor irían a favor de Paul.

Hemos dejado para el final la vida sentimental de Paul Anka. No aparecen en su biografía muchas amantes y novias de ocasión. Nos atenemos a la certeza de sus tres matrimonios. El primero celebrado en 1963 con la hija de un diplomático libanés, la modelo de ascendencia parisina y egipcia también, Anne De Zogheb, con quien convivió hasta el año 2000. Tendrían cinco hijas, a todas ellas inscritas con el nombre inicial de la letra A. Ignoramos la razón. Tardó ocho años el cantautor canadiense, nacionalizado norteamericano en 1990, para casarse en segundas nupcias con su asistente personal, treinta años menor, Anna Aberg; fueron padres de un varón. Dos años duró aquella pareja. Y en 2016 es cuando Paul se casó con Lisa Pemberton. Por mucho que hemos buscado datos sobre ella no los hemos hallado. Quizás por decisión mutua, han preferido que su identidad permanezca en secreto, salvo su nombre y apellido. Es muy alta, como también lo fueron las anteriores esposas de Paul Anka, que es bajito. Lo que nada importa cuando volvemos a escucharlo con el timbre personalísimo de su aguda voz.

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