
Manuel Benítez Pérez "El Cordobés" cumple ochenta y nueve años el 4 de mayo. Nacido en Palma del Río (Córdoba) en el seno de una familia pobre. Su padre murió durante la guerra civil: un "rojo" como se etiquetaba a quienes perdieron la contienda. En aquel hogar humilde transcurrió la infancia y adolescencia de quien entonces, ya en su juventud, no encontraba otro medio que robar en los campos para poder llevar algo de comer a los suyos. El mismo que hoy en día tiene un patrimonio estimado en veinticuatro millones de euros, aunque no hace mucho tomara la determinación de repartirlo casi en su mayor parte, entre sus hijos. A los cinco habidos en su matrimonio con Martina Fraysse, hay que añadir la joven Mari Ángeles, de una relación ilegítima, que un juez estimó le correspondía como padre biológico. Cuando se produjo esa repartición aún Manuel Benítez no había reconocido como hijo a Manuel Díaz "El Cordobés", quien desde que tiempo atrás dijo serlo, siempre expresó su deseo de que no quería dinero alguno de su progenitor ni acceder a una posible herencia. Una referencia sobre padre e hijo: Benítez, era conocido en su pueblo como "El Renco", como motejaban a su padre, pero su descubridor como torero, Rafael Sánchez "Pipo" fue quien le puso el sobrenombre de "El Cordobés". Y cuando éste se retiró unos años de los ruedos y Manuel Díaz comenzaba su etapa de novillero adoptó asimismo ese mismo mote. Benítez interpuso una demanda para hacer valer sus derechos; la perdió, porque se había olvidado de acudir a la oficina de marcas y patentes para seguir usando tal apelativo y había expirado el plazo de hacerlo. Sucedió entonces que, como matadores en activo temporadas más adelante, se anunciaban ambos en los carteles tanto Benítez como Díaz llamándose igual: "El Cordobés".
Soñaba con tener un hijo torero
Por la mente de Benítez debió atravesar la idea de que uno de sus tres hijos varones fuera también torero, y que se diera a conocer como "El Cordobés" hijo. Fuera sólo un sueño o no, el caso es que, efectivamente, uno de sus descendientes, Rafael, comenzó a actuar de becerrista, pero cuando pasó a ser novillero, duró poco: le faltaba, entre otras condiciones, valor, afición. Sería su hermano Julio, el menor de la familia, quien sí llegó a tomar la alternativa en 2007, pero anunciado simplemente con su nombre de pila y su primer apellido. Lo de "El Cordobés hijo" no era de su gusto. Hoy tiene treinta y nueve años, lleva por lo tanto ya bastantes temporadas en los ruedos, pero no ha llegado a triunfar como figura. Se mantiene interviniendo en unos cuantos festejos anuales en plazas de segunda y sobre todo de tercera y últimamente, en el pasado invierno ha estado toreando en América.
Manuel Benítez es un hombre hecho a sí mismo, como suele decirse de cuantos han luchado en la vida, abriéndose paso a fuerza de tesón. No tenía idea de torear; "El Pipo" vio en él al desheredado de la fortuna que soportaba en sus comienzos cogidas constantes de los novillos que iba malamente lidiando. Hasta que se forjó con un estilo heterodoxo. Pero llenaba las plazas con su valor a prueba de las embestidas de los toros. Y si bien tuvo muchos detractores entre quienes defendían un toreo puro, ortodoxo, también le seguía un público quizás en general menos docto. Y así se convirtió en un fenómeno revolucionario. No hay que desestimar que cortaba trofeos a veces generosos, pero poseía un don con la muleta: el temple. Y así, de mejor o peor modo, han tenido que reconocerlo algunos críticos que detestaban su forma de torear. El modo de ajustar la cintura y llevar a los toros por donde quería. Y el uso de su muñeca.
¿Martina impedía que reconociera a Manuel Díaz?

Muchas jóvenes iban tras él cuando abandonaba las plazas, camino del hotel. Las había audaces, introduciéndose en su habitación. Por otra parte Manolo se dejaba querer y fuera también del mundo taurino ligaba con la primera que llamara su atención. Así conoció en casa de unos amigos a una criada que le gustó. Y no cejó hasta salir con ella y prometerle el cielo y las estrellas, para luego abandonarla. La muchacha quedó embarazada del torero. Era la madre del futuro también diestro Manuel Díaz, quien en el Registro Civil tuvo que constar con los apellidos maternos. El que hace dos años y medio, después de tanto tiempo, en un litigio que la prensa aireó hasta el límite, fue reconocido como hijo de Manuel Benítez, según sentencia judicial primero, hasta que finalmente éste accedió a reconocerlo como tal y ahora dice, arrepentido, lo mal que se portó. ¿Fue la esposa de Benítez, Martina Fraysse, culpable de que durante años él no diera su brazo a torcer para ignorar ser padre de Manuel Díaz?
Martina Fraysse Urruty, nacida en Biárritz en 1945, vio torear por primera vez a "El Cordobés" en una plaza francesa, llevada por su padre, arquitecto de profesión, y muy aficionado a la fiesta brava. Martina quedó asombrada de la valentía de aquel diestro a quien llamaban "El Pelos", por su cabellera parecida a la de Los Beatles, entonces de moda. Y en 1964 ella fue espectadora de la presentación en Madrid de "El Cordobés", el día de su confirmación como matador de toros. Fue herido gravemente. Martina lo visitó en el Sanatorio de Toreros. Y a partir de entonces, recuperado Manolo, iniciaron un apasionado romance que acabaría en boda, tras varios años de convivencia, el 11 de octubre de 1975. Se supo que el diestro quedó conmovido por la inesperada muerte, a manos de una vaquilla, de Antonio Bienvenida, su padrino de alternativa en Córdoba. Y de la noche a la mañana sorprendió a Martina: "Nos casamos, cariño".
Raphael y Julio Iglesias padrinos
Tuvieron cinco hijos: Maribel fue la primera, no estando casados todavía. Luego vinieron al mundo Manuel María, Rafael (llamado así porque su padrino fue el cantante Raphael), Martina y Julio (éste porque Julio Iglesias era muy amigo del torero).
El matrimonio de "El Cordobés" duró cincuenta y dos años. Gran sorpresa supuso su divorcio en 2016. Justamente el mismo año que Manolo dejó su piso cordobés de casado, que se lo quedó Martina, para llevar a su residencia en Villalobillos, su finca sita en Almodóvar del Río, a una mujer de la que se había prendado últimamente. Se conocían desde niños, ambos paisanos de Palma del Río. De nombre María de los Ángeles Quesada. Hacía tiempo que no se veían y él recordó en seguida un suceso: ella había estado en la cárcel de Lora del Río por haber entrado junto a un socio a una de las fincas del torero para robarle cien mil pesetas y varias joyas. Benítez, la perdonó. Para terminar por elegirla como compañera. Llevan juntos nueve años. No tienen intención de casarse. Pero él dice: "Vivimos así un gran momento".
María de los Ángeles no ha sido ajena a que Manuel Benítez acabara por asumir que es el padre de Manuel Díaz, reunirse con él, darse un interminable abrazo, iniciando con éste, su mujer Virginia, y los dos hijos de esta pareja, una intensa relación familiar. Coinciden al decir esto: "Lo que nos hemos perdido"
Quiere aprender mejor a escribir y leer
Manuel Benítez hace memoria. Ha matado más de mil seiscientos toros. Se retiró definitivamente el año 2000. Ha tenido una vida agitada, tantas veces reflejada en los medios de comunicación. Ningún otro torero, ni siquiera Luis Miguel Dominguín, tuvo tanta resonancia en la prensa internacional (‘París Match’, ‘Life’…) y hasta le han rotulado con su nombre calles en pueblos como el suyo, Palma del Río, pero también en Las Vegas, en su área metropolitana, Sunrise Manor, aunque suene a broma. Y después de jugarse la vida tantas tardes durante alrededor de treinta y tantos años (se retiró algunas temporadas), amasó una gran fortuna. Ese patrimonio decidió repartirlo entre sus hijos, antes curiosamente de reconocer a Manuel Díaz. Por supuesto su ex Martina Fraysse quedó beneficiada de varias propiedades. Y desde luego sus cinco hijos con ella. Suponemos que la otra hija ilegítima, también habrá recibido su parte. Esa herencia responde a propiedades de Benítez: negocios de alquiler de maquinaria agrícola, gestión y administración de empresas inmobiliarias, cultivos de cereales, explotación de fincas rústicas y ganaderas… Valen millones.
Sus tres hijos varones (las chicas ya formaron su hogar), no adolecen desde luego de problemas económicos. Pero tienen su trabajo. Conocido que el menor, Julio, continúa toreando, el mayor, Manuel María, es agente comercial y Rafael directivo de varias empresas.
Manuel Benítez ha confesado hace poco a la revista Semana que lleva tres años recibido clases para leer y escribir. Le honra a su edad decir tal cosa. Era analfabeto. Cuando empezó a ser conocido como torero, aprendió a firmar. Tuvo a un profesor que le fue procurando cierta cultura general. Y él, cuya inteligencia natural ha sido siempre destacada en la prensa, hasta en una temporada le dio por chapurrear inglés tras pasar un par de meses en una ciudad británica.
Sale poco de "Villalobillos", enfrascado siempre en faenas camperas. Por eso es noticiable que a finales de marzo acudiera al Palacio de San Telmo, sede de la Junta de Andalucía, a un acto en el que su Presidente, Juanma Moreno, le hizo entrega del premio Costillares. Acto que aprovechó, con su habitual espontaneidad, para entonar una canción compuesta por él mismo: "Recuerdo cuando era un maletilla". Muchos años han pasado desde entonces, principios de los 60 del pasado siglo. Y él, ahí está, en buena forma física, enamorado, tranquilo tras repartir su herencia entre sus hijos.

