La vida discreta de Ana de Inglaterra, hermana del rey Carlos III, que ha cumplido 75 años
La princesa Ana de Inglaterra ha cumplido 75 años y sigue siendo uno de los miembros más activos de la Familia Real británica.
Ana de Inglaterra, la única hermana del rey Carlos III, lleva una existencia lo más discreta y sencilla posible hasta el punto de que los llamados tabloides londinenses, siempre atentos a cuanto acontece en la Familia Real Británica, apenas publican nada sobre la princesa. Sencillamente porque no protagoniza noticias de interés, salvo las relativas a sus tareas solidarias en varias fundaciones que atiende, en particular una de ayuda a la infancia.
Sólo hubo una excepción reciente: el pasado agosto, cuando Ana cumplió setenta y cinco años. Esos periódicos populares recordaron el aniversario de la princesa, quien en su ámbito privado no quiso celebrar el acontecimiento públicamente. Lo único que hizo fue irse unos días con su segundo marido de viaje por las islas occidentales escocesas.
Ocupa el decimoctavo puesto en la línea de sucesión a la Corona británica, lo que nunca le ha importado. Tampoco usa sus apellidos, Mountbatten-Windsor. Es, simplemente, Ana de Inglaterra. O la princesa real Ana, título que desde 1987 ostenta por decisión de su madre, la Reina Isabel II.
En su juventud tuvo varios amores. Su vocación de amazona, compitiendo en una Olimpiada (algo inusual entonces en un miembro de la realeza), la llevó a conocer al jinete Richard Meade, con quien vivió un corto romance. Lo más sorprendente es que luego tuvo una relación en 1970 con Andrew Parker-Bowles, que tampoco duró mucho. Este caballero resulta que se casó con Camila Shand. Esta, tras divorciarse, vivió una apasionada convivencia con Carlos, el heredero del trono, hasta casarse con él y convertirse, por deseo de Carlos III, en Reina consorte de Inglaterra, como se ha recordado en infinidad de ocasiones.
Ana y Camila, su cuñada, siempre han mantenido una relación respetuosa. Y en tiempos recientes, ante la enfermedad de Carlos III, las cuñadas se reparten los actos oficiales a los que no puede concurrir el Rey.
Transcurrían los primeros años 70 cuando Ana, que frecuentaba los ambientes donde hubiera competiciones hípicas, se fijó en un guapo jinete llamado Mark Anthony Phillips, que ostentaba el grado de capitán del ejército. Entre ambos surgió una irrefrenable pasión que llegó a oídos de la Reina Isabel. Quien no aprobaba aquel noviazgo: el mentado Phillips no le inspiraba confianza alguna para que se convirtiera en esposo de su hija. Hizo lo posible porque rompieran su compromiso, sin conseguirlo.
Ana y Mark contrajeron matrimonio el 14 de noviembre de 1973 en la abadía de Westminster. Acontecimiento que la BBC retransmitió a todo el mundo por televisión. Las revistas del corazón señalaron que había triunfado el amor en ese complicado noviazgo, que la Reina desaprobó siempre.
Dos hijos llegaron al hogar de la pareja, Zara y Peter, que han convertido a la princesa Ana en abuela de cinco nietos. Durante casi veinte años Ana y Mark daban la impresión de ser muy felices. Pero en realidad llevaban ya unos cuantos soportándose entre sí para evitar el escándalo. El capitán jinete le fue infiel. Tres años después, firmaron el divorcio.
Aquel mismo año, 1992, Ana de Inglaterra contrajo segundas nupcias con el comandante, luego vicealmirante, Timothy Laurence. Se habían conocido cuando él era edecán de la Reina. Desde entonces formaron una equilibrada familia, junto a los dos hijos de la princesa de su primer matrimonio, a quienes Ana educó de tal manera que nunca quiso que tuvieran título nobiliario alguno. Una decisión propia de una mujer sencilla que siempre ha huido de todo boato en la corte inglesa. Sus compatriotas la adoran por esa forma de ser, dedicada a hacer el bien a quienes tienen problemas en su vida cotidiana, sobre todo los niños sin hogar. Su afición a la hípica sigue manteniéndola. A pesar de que un día cayera de uno de sus caballos y sufriera una conmoción cerebral.
Con su hermano, Carlos III, veintiún meses mayor que ella, no tiene problemas de ningún tipo y se comunica con él a menudo. Sobre todo en los últimos meses, cuando es sabido que el Rey padece cáncer.
Según varias encuestas publicadas en la prensa británica Ana de Inglaterra es la tercera mejor valorada de la Familia Real. Quienes encabezan la lista son sus sobrinos Guillermo y Kate Middleton. ¿Y por qué los súbditos ingleses tienen esa consideración hacia Ana? Valoran su espíritu de sacrificio, la disciplina que se impuso siempre, la lealtad con los suyos, sin comprender la actitud de su otro sobrino, el príncipe Enrique tras su espantada a California con su mujer Meghan Markle. Otro tanto sucede con el comportamiento de su hermano Andrés, que tanto hizo sufrir a su madre, la Reina Isabel, desde que se divorció y por supuesto cuando supo que le achacaban relaciones con una menor en Los Ángeles en el círculo vicioso del pederasta Jeffrey Epstein, de quien el príncipe era amigo.
Los tabloides ingleses están siempre al acecho de cualquier mínimo escándalo que se produzca en la corte, pero no encuentran ninguno en Ana de Inglaterra, que sigue llevando una vida discreta, como si en vez de ser princesa fuera una simple ama de casa, pendiente de su marido, sus hijos y sus nietos.
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