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Más que pintarlas

El papel vuelve a las paredes

El empapelado de paredes y no el pintar las paredes vuelve a estar de moda. Recordamos algunas de sus características y puntos fuertes.

El empapelado de paredes y no el pintar las paredes vuelve a estar de moda. Recordamos algunas de sus características y puntos fuertes.
El papel sustituye otra vez a la pintura | Flickr/Sonia Belviso

Seguro que los lectores más entrados en años recuerdan las paredes de la casa donde pasaron su infancia, empapeladas en lugar de estar pintadas; o quizá en la casa del pueblo todavía tengamos alguna pared que todavía esté cubierta de papel. El caso es que el empapelado de paredes vuelve a estar de moda, y hoy vamos a recordar algunas de sus características y puntos fuertes.

Una de las grandes ventajas que tiene el papel sobre la pintura es que sirve para disimular mucho mejor manchas de humedad u óxido. Eso sí, como hay gustos para todos los colores, también hay papeles que simulan tener una de estas manchas o que incluyen graffitis, algo que podríamos pensar que va a quedar horrible sobre las paredes de nuestra casa pero que seguro que nos sorprende positivamente. El uso del papel también nos puede ayudar a disimular imperfecciones, como las paredes en falsa escuadra o defectuosas. Para ello, lo mejor es emplear un papel liso o con diseños delicados.

Igual que pasa con la pintura, el color que elijamos marcará las características de la habitación. Así, los colores claros como el blanco o el amarillo potenciarán la luminosidad de la estancia, los colores fríos producirán un efecto de espaciosidad, y los verdes relajarán la vista. Es importante elegir un diseño suave y con estampados sencillos, ya que un ambiente muy cargado puede cansarnos la vista. Colores como el gris, marrón, beis o los colores neutros pueden combinarse fácilmente con otros tonos de papel, paredes pintadas y todo tipo de mobiliario, sin importar su color o material. Por ejemplo, los papeles que imitan el concreto se utilizan bastante y son fáciles de combinar.

Cuando vayamos a comprar el papel se nos presentarán varias opciones en cuanto a materiales, siendo los papeles pintables y los vinílicos los más comunes. La gran ventaja de los pintables es que no hay que quitarlo si en el futuro decidimos pintar la pared, lo que nos evitará grandes quebraderos de cabeza y una tarea no muy fácil de llevar a cabo. Eso sí, al no tener una cubierta plástica si se mancha nos costará mucho más de limpiar que un papel vinílico, cubiertos por una capa plástica que se puede limpiar solo con un paño húmedo. Su facilidad de limpieza los convierte en ideales para cocinas, habitaciones infantiles o estancias muy concurridas. Las paredes vinilizadas son similares, aunque la capa que las protege es más débil, y no debe limpiarse con determinados solventes.

Los papeles texturados son idóneos para disimular las imperfecciones de las que anteriormente hablábamos, y le dan a nuestro interior un diseño diferente. Algunos de estos papeles son autoadhesivos, lo que simplifica de forma considerable el trabajo a la hora de empapelar una habitación, algo que si no estamos seguros al 100% de conseguir de forma exitosa deberíamos encargar a un profesional para evitar desastres decorativos. Todo lo contrario son los papeles en base a fibras textiles, que si bien aportan un toque muy delicado a la decoración son muy difíciles tanto de limpiar como de colocar.

A la hora de decidirnos por uno u otro papel, además de su aspecto decorativo hay que analizar el uso que se le damos a la estancia donde lo aplicaremos. Sin embargo en el mercado existen miles de opciones y estampados, ¡solo tienes que encontrar el tuyo!

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