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Un destino para todos los públicos

Disneyland París: la magia hecha parque temático

Si hay un parque temático en Europa que todos reconozcamos como el más famoso e importante ese es, sin duda, Disneyland París.

Si hay un parque temático en Europa que todos reconozcamos como el más famoso e importante ese es, sin duda, Disneyland París.
Imagen del parque | Wikipedia/Lnatsiopoulou

Si hubiese que explicar qué es un parque temático, seguramente el mejor ejemplo serían los de Disney. El motivo es sencillo: larga experiencia de The Walt Disney Company desde que abriese en 1955 Disneyland en California, Estados Unidos. Luego llegarían Disney World, en Florida; Tokyo Disney en Japón; Disneyland París en Europa y Hong Kong Disneyland.

Para europeos, Disneyland París se ha convertido desde su apertura en 1992 en uno de los principales destinos turísticos, con más de 215 millones de visitas. El parque ha superado ya los 22 años, pero sigue sorprendiendo al visitante como si hubieran cortado la cinta inaugural tan sólo unas horas antes.

Y eso sólo lo sabe hacer Disney, una empresa que cuida al máximo hasta el más mínimo detalle. Por ejemplo: todas y cada una de las noches del año decenas de operarios reparan lo que el paso del tiempo y el uso van deteriorando. Y ahí, en esa gran insignificancia que para el visitante pasa totalmente desapercibida, radica uno de sus éxitos, además de conseguir abstraerte del mundo exterior: consiguiendo que desde el minuto uno el visitante olvide que está en una de las ciudades más reconocibles del mundo.

Pero Disneyland, a tan sólo 32 Km del centro de París, está en Francia como podría estar en Albacete, en Rabat o en la Luna: el efecto es el mismo. Una vez que se cruza el umbral el visitante se ve sumergido en la llamada "magia Disney": un viaje a su infancia en el que dejarse llevar unos días a un mundo perfecto con miles de trabajadores dispuestos a hacerle pasar unas grandes vacaciones.

La magia Disney

Pero ¿cómo definir la magia Disney? Es encontrar una sorpresa en cada esquina que te pone la sonrisa en la boca: un paraguas en una farola con un sensor que al estar debajo comienza a llover -Cantando bajo la lluvia-; una lámpara que al frotarla echa humo –Aladín-, o un laberinto vegetal en el que perderte -Alicia en el país de las maravillas-.

Disneyland es mucho más que Mickey, las princesas o el Rey León. Es también Pixar (Cars, Buscando a Nemo, Toy Story, Wall-E, Mounstruos S.A.), es Indiana Jones, es Piratas del Caribe, es una montaña rusa temática de Aerosmith que transcurre en la oscuridad entre focos y la música del popular grupo; es La Guerra de las Galaxias. Es pasar, en 100 metros, del caribe español a los templos perdidos en desiertos o a un futuro muy muy lejano.

Para todos los públicos

Lo bueno de los parques Disney es que están hechos para todos los públicos. No es raro ver a adultos sin ningún niño, especialmente parejas jóvenes, con unos guantes con la forma de las manos de Mickey o unas orejeras con los círculos de Minnie.

En Disneyland París pueden disfrutar desde los más pequeños, consiguiendo rellenar su libro de autógrafos con la firma de todos los personajes, hasta los amantes de las emociones fuertes.

La Space Mountain es un buen ejemplo de ello: una montaña rusa que transcurre dentro de un edificio mientras haces piruetas entre un decorado que te hace creer que estás suspendido en el espacio. Mención aparte merecen espectáculos como las cabalgatas: simple y llanamente son la perfección hecha cortejo festivo, tanto la de día como la nocturna con sus luces.

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