
Los grandes ríos son siempre mucho más que una corriente de agua: a través de ellos han circulado las personas, la economía, las corrientes culturales y, en suma, la historia. Han sido elementos esenciales para construir naciones y para separarlas y los más grandes han sido esenciales en la formación de continentes enteros.
Y uno de esos ríos es, sin duda, el Rin, cuyas aguas bañan seis países europeos pero, sobre todo, atraviesa el oeste de Alemania de sur a norte, siendo este el país en el que transcurre la mayor parte de sus más de 1.200 kilómetros de curso, casi 900 de ellos navegables.
El Rin es el hilo conductor del nuevo especial de El Placer de Viajar sobre el Patrimonio de la Humanidad en Alemania, en el que se recorre una ruta de sur a norte tocando nada más y nada menos que una decena de sitios y monumentos que han sido reconocidos con esa distinción.
El viaje empieza en el lago de Constanza, al sur de Alemania y, de hecho, en la frontera con Suiza y Liechenstein. Allí se encuentra la Isla monástica de Reichenau, en mitad de una reserva natural y conectada a tierra firme a través de un puente. Allí había un monasterio, del que se conservan algunos vestigios, que ejerció una notable influencia intelectual y religiosa en su época y tenía una de las mejores bibliotecas de Europa.
Lo que sí se ha preservado son tres iglesias –la de Santa María y San Marcos, la de San Pedro y San Pablo y la de San Jorge, construidas entre los siglos IX y XI y que en un sólo lugar te dan una perspectiva de la arquitectura en los monasterios de Europa en esa época tan temprana.
Muy cerca están los Palafitos del entorno de los Alpes vestigios de asentamientos humanos prehistóricos en viviendas edificadas sobre pilotes. Son la presencia más antigua que tenemos de la ocupación humana en los Alpes y son muy peculiares, porque es un tipo de asentamiento que asociamos con el sudeste asiático, pero resulta que se pueden ver en Alemania. Hay 111 lugares en los que contemplarlos, pero es algo que es buena idea ver en museos. El más conocido es seguramente el museo Unteruhldingen, que está en el propio lago Constanza.
Catedrales, más monasterios y ciudades balnearias
Aunque supone un pequeño desvío, nuestra siguiente parada puede permitirnos conocer un ciudad que es parte de otro Patrimonio de la Humanidad reconocido, las grandes ciudades balnearias de Europa, entre los que hay tres localidades alemanas: Bad Ems, Bad Kissingen y Baden-Baden.
Esta última, en plena Selva Negra, está muy cerca del Rin y es un lugar que merece la pena visitarse: con sus históricos balnearios y una tradición turística de siglos, es una ciudad elegante, que nos transporta a una época en la que los viajes eran más pausados y se disfrutaba a las cosas de otra manera.
Volviendo al Rin y a nuestra ruta, el siguiente hito por el que pasar es el Monasterio de Maulbronn, que está considerado uno de los ejemplos de gótico más importantes de Alemania, pero cuyas partes más antiguas son románicas, integrándose ambos estilos con una elegancia poco común.
Un poco más allá está Espira, cuya catedral es nada más y nada menos que la más grande de todo el mundo en estilo románico. Además, la sensación inmensidad todavía se acrecienta más porque la decoración interior brilla por su ausencia: sólo una estatua de la Virgen junto al altar se interpone entre la mirada del visitante y el severo edificio, que es muy luminoso gracias a sus grandes ventanales, muy poco habituales en el románico.
El conjunto se completa con una ubicación fantástica a orillas del Rin y con la cripta en la que hay enterrados ya no reyes, sino incluso emperadores.
Hablando de espiritualidad y religión, en la propia Espira – además de en Worms que está a poco más de media hora y en Maguncia, un poco más allá – se encuentra otro interesante Patrimonio de la Humanidad alemán: los sitios, desde sinagogas hasta cementerios o baños rituales (mikvé) que dan testimonio de la aparición y las costumbres de las comunidades judías que ya vivían en Alemania en la edad media.
Otro centro religioso de importancia que sigue nuestra ruta es la Abadía de Lorsch, que fue uno de los monasterios más importantes ya no de Alemania sino de Europa, y conserva todavía un pórtico y unas pinturas de la época de Carlomagno.
De Roma al Rin romántico
La antigua frontera del Imperio Romano es otra de las piezas del Patrimonio de la Humanidad alemán que se extiende por cientos de kilómetros y de la que podemos encontrar ejemplos y numerosos restos en la zona cercana al Rin.
En Xanten no sólo hay restos sino que también hay unas reconstrucciones espectaculares; en ciudades como Colonia o Bonn hay museos muy interesantes y en algunos lugares especiales se ven restos realmente llamativos del paso de Roma por la zona, como las canteras de Drachenfels, que están en una localización preciosa muy cerca, por supuesto, del Rin.
En esta ruta nos encontramos también con el llamado Rin romántico, un tramo del río que es en sí mismo Patrimonio de la Humanidad. Son los 65 kilómetros que va desde Bingen y Rüdesheim am Rhein, en Hesse, hasta Coblenza, en el estado federal de Renania-Palatinado.
Incluye patrimonio histórico, geológico, industrial y cultural y, sobre todo, muchos lugares con un gran encanto: pueblos castillos medievales, viñedos que se extienden por las empinadas laderas del río…
Algunos puntos imprescindibles son Bacharach, con sus casas de entramados de madera y flores en los balcones, calles empedradas, ruinas de capillas medievales y un fabuloso castillo; la roca de Loreley, un enorme risco de más de 100 metros de altura que es uno de esos sitios en Alemania que parece sacado de una película; o Boppard, donde se puede subir a un mirador y admirar el fabuloso Bopparder Hamm, un meandro del Rin en forma de herradura de una belleza espectacular.
Otro lugar de visita obligada es la roca de Loreley, en Sankt Goarshausen, un enorme risco de más de 100 metros de altura que es uno de esos sitios en Alemania que parece sacado de una película.
Coblenza y Colonia
Finalmente, el Rin romántico nos lleva hasta Coblenza, una de las ciudades más antiguas de antiguas de Alemania, con un patrimonio excepcional en el que quizá destaca la fortaleza de Ehrenbreitstein, a la que se puede subir en un teleférico y desde la que hay unas vistas maravillosas.
Pero Coblenza no es final de nuestra ruta, que sigue hasta uno de los hitos del Patrimonio Mundial alemán y, cabe decir, europeo: la Catedral de Colonia. Se trata de un impresionante edificio gótico cuya construcción se demoró 630 años y que se empezó para ser el lugar en el que se guardaban los supuestos restos de los tres Reyes Magos.
Es el monumento más visitado de toda Alemania y, sobre todo, una obra maestra de la arquitectura y también de la ingeniería: su torre de 157 metros de altura es la segunda más alta del país, sólo superada por la de la Iglesia Mayor de Ulm, y durante siglos fue uno de los edificios más altos del mundo.
Palacios rococós y templos de la industria
Muy cerca de Colonia está Brühl, una ciudad de poco más de 40.000 habitantes que tiene no uno sino dos sitios Patrimonio de la Humanidad: los palacios de Augustusburg y Falkenlust, dos de las joyas del rococó en Alemania. Además, una tercera joya nos espera frente al primer palacio: su bellísimo jardín francés.
El palacio de Augustusburg es un espectacular edificio en el que el rococó alcanza un insólito esplendor, sobre todo porque es uno de los primeros ejemplos de este estilo en el país. Empezó a construirse en la primera mitad del siglo XVIII como residencia de los arzobispos de Colonia y se contó con algunos de los mejores artistas de la época, como Balthasar Neumann, que creó la impresionante escalera principal.
A sólo dos kilómetros y medio está pabellón de caza de Falkenlust, otra joya rococó erigida con un criterio curioso: el sitio se eligió teniendo en cuenta la trayectoria de vuelo de las garzas, la presa favorita de la cetrería. Así que estaba el camino desde sus zonas de cría en los jardines del palacio de Brühl hasta sus zonas de pesca en el Rin.
Completamente diferente, y esto es una prueba de la increíble variedad de los lugares que recorremos en esta ruta, es nuestra siguiente parada: el Complejo de la Mina de carbón de Zollverein en Essen. Se trata de un sitio que durante 150 años ha sido una de las minas de carbón más grandes de Europa y en el que, además, se construyó una fábrica de coque, un derivado del carbón, que también era la más grande del continente, así que las instalaciones que se puede ver son realmente impresionantes.
Además, en este caso este complejo minero tiene un valor añadido que no siempre se encuentra en este tipo de lugares: hay edificios con un gran valor arquitectónico, como el pozo 12, el más famoso de ellos, que está construido en el estilo Bauhaus, la escuela arquitectónica más famosa e influyente del siglo XX, que por supuesto nació en Alemania.
Por último, qué mejor lugar para acabar este camino a través del patrimonio de la humanidad alemán, que Aquisgrán, donde podemos visitar la catedral que pasa por ser la más antigua del norte de Europa y que tiene un tesoro como la Capilla Palatina de Carlomagno, consagrada nada más y nada menos que en los primeros años del siglo IX y que fue durante siglos el lugar en que se coronaba a los emperadores del Sacro Imperio.

