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Carta de amor

Querida madre

Hoy, día del Pilar, nos juntamos a la mesa para celebrar tu honomástica.

Carta de amor: "Querida madre"

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Pero no estamos todos. Ni un día dejas de añorar a los más pequeños, que han tenido que irse lejos, soñando con volver a estar cerca de ti pronto. También faltan los consentidos, tristes pobres hartos de pan por los que todos hemos arrimado el hombro para que tuviesen un futuro mejor... Y habiendo abandonado sus estudios, hoy se avergüenzan de su familia de provincias sin vivir en la capital.

Tomando el café nos ponemos al día, dejando de lado el protocolo y derramando naturalidad, temperamento y cariño. No somos perfectos. No has dejado de intentarlo, pero tenemos durísima la cerviz. Tan diferentes en las formas, pero tan similares en el espíritu que cualquier extraño nos identifica como hermanos. Hemos sido siempre pendencieros, caraduras, pícaros, vividores...

A menudo nuestros vecinos nos miran con desprecio, sin darse cuenta de que no pueden darnos lecciones ni en moral ni en humanidad. Orgullosos pordioseros con alma de artista, vistiendo harapos con elegancia y con una venda sucia que no termina de cicatrizar las heridas otra goyesca pelea entre hermanos, somos hijos también de unas circunstancias siempre adversas que nos han convertido en admiradísimos gladiadores en el circo de la vida por todo aquel que llega a conocernos de verdad. Sí, nos has educado para ser duros, fuertes... Y ni la charlatanería nos quita la humildad.

Todas las reuniones, aniversarios, celebraciones, tienen un instante introspectivo y melancólico: Es tiempo de evaluar nuestra vida hasta entonces y de reflexionar las decisiones y las circunstancias que nos han traído aquí de esta manera. Por ratos todos te echamos parte de culpa, por no haber sido siempre justa y responsable.

Pero sabemos que nos quieres más que nadie y que hay algo en el fondo de nuestro corazón, casi irracional, que nos une a todos y a ti. Y no sólo hoy. Quiera Dios que no te mueras nunca, ni permitas que dejemos de tener estos momentos, ya sea en torno a un gran festín o para compartir una humilde sopa de cebolla.

Porque tu amor es incondicional aunque no siempre correspondido, no me faltes nunca, mi querida España.

Iván

En Chic

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